Una buena gestión empresarial, suficientemente mantenida a lo largo del tiempo, tiende a generar en la cultura organizativa, al menos, tres rasgos clave. Cuando aquellos elementos se presentan en grado suficientemente destacado, la empresa que los exhibe suele ser percibida como excelente y, en consecuencia, pasa a formar parte del selecto club de organizaciones que sirve a las demás de benchmark y modelo en el que inspirarse en busca de buenas prácticas.
La primera característica, las más inmediata y obvia -que, ciertamente, representa aquello que más suele ocupar la agenda de quienes dirigen empresas- tiene que ver con los resultados económico-financieros del ejercicio. En efecto, una buena gestión empresarial suele ser causa de resultados económicos positivos; tiende a saldarse con beneficios y ganancias más o menos elevadas y estratégicamente sostenibles de cara a futuros ciclos de negocio.