Hace veinte años, un grupo de personas comprometidas con la necesidad de repensar el concepto de creación de valor empresarial se unió para formar el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa. Nacido de la convicción de que las empresas deben asumir un rol social más allá de sus beneficios financieros, este espacio ha trabajado incansablemente para visibilizar las brechas entre el discurso y la realidad en la RSC, así como para promover un marco regulatorio que priorice la sostenibilidad y los derechos humanos en el entorno empresarial.
Esta práctica no es solo una expresión de solidaridad, es una herramienta poderosa que impulsa el bienestar social, fortalece a las organizaciones y transforma la vida de quienes participan. En un mundo lleno de desafíos, ser voluntario es una forma vital de generar impacto positivo en la comunidad, las empresas y las instituciones educativas. Descubre por qué el voluntariado es clave en la construcción de un futuro más justo y comprometido.
Vivimos un momento donde las empresas están volcadas en sacar adelante el reporting de la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), ¡con más de 1.720 requerimientos! Todo un reto informativo. El peligro reside en que nos quedemos en esto, en reportar, en marcar como completado.
¿Cómo evitarlo? A la sostenibilidad hay dos formas de llegar: “por las malas”, obligados por el marco regulatorio, o “por las buenas”, por convencimiento.
El enfado, una emoción universal y a menudo malentendida, se ha convertido en el centro de un debate que va más allá de lo personal y alcanza lo colectivo. Mientras algunos lo ven como una herramienta de denuncia y cambio social, otros lo desprecian en favor de un optimismo superficial. Sin embargo, como ya señalaba Aristóteles, enfadarse bien es un arte y, hoy más que nunca, es también un acto de responsabilidad social. En un mundo donde las injusticias siguen asolando a los más vulnerables, el enfado informado y dirigido puede ser la chispa que impulse transformaciones profundas.
En un mundo cada vez más fracturado y polarizado, donde los conflictos bélicos y las crecientes desigualdades sociales, económicas y de género erosionan los principios de justicia y equidad global, la cooperación internacional emerge como una herramienta esencial para frenar estas dinámicas destructivas. En el contexto de una geopolítica cada vez más violenta y excluyente, urge replantear y fortalecer el sistema de cooperación, no solo como un acto de solidaridad, sino como una obligación moral y estratégica para garantizar un futuro más justo y sostenible para todos.
En un mundo cada vez más globalizado y homogeneizado, el activismo por la cultura emerge como una necesidad imperiosa para preservar nuestra identidad, fomentar la diversidad y promover el desarrollo económico y social. Exigir el derecho de ejercer y aplicar el activismo cultural es una apuesta por un futuro donde la riqueza de nuestras diferencias sea el fundamento de nuestra cohesión.
El sector de la aviación, esencial para la conectividad global, enfrenta un desafío crucial: su contribución al cambio climático y a la contaminación del aire. Con un alto en las emisiones de gases de efecto invernadero, y otras consecuencias aún no tan conocidas, este sector está teniendo graves consecuencias para la salud y el medio ambiente. La hora de replantear el futuro del transporte aéreo y tomar acciones decisivas para mitigar su impacto, ha llegado.
n un momento en que la urgencia de mejorar nuestras sociedades nunca ha sido tan clara, muchos de nosotros deseamos contribuir a un cambio positivo. Sin embargo, el camino hacia un mundo mejor puede tomar dos direcciones: la dolorosa transformación impulsada por crisis y catástrofes, o el cambio gradual mediante un comportamiento consciente y acciones voluntarias. A pesar de la dificultad de ambos enfoques, está en nuestras manos elegir el camino menos doloroso y más constructivo.
La sostenibilidad, una palabra omnipresente en el discurso empresarial y político actual, ha perdido gran parte de su significado original debido a su uso indiscriminado. Lo que en un principio era un concepto destinado a promover un desarrollo equilibrado, se ha convertido en un término con múltiples interpretaciones, algunas de ellas opuestas y conflictivas. Por un lado, se ve como un imperativo para enfrentar el cambio climático; por otro, como una herramienta burocrática ligada a agendas políticas. En medio de este debate, surge la pregunta: ¿es posible conciliar la sostenibilidad con la maximización de beneficios empresariales?
En tiempos de inestabilidad económica y crisis climática, es esencial ser consciente de los problemas que afectan a la sociedad actual y tratar de desempeñar un papel activo en su solución. Con este objetivo, muchas personas deciden cambiar sus hábitos de consumo, priorizando la compra de artículos de segunda mano o apostando por los productos locales o de cercanía, por poner algunos ejemplos, pero ¿qué nos impide trasladar este cambio de hábitos a entornos como el financiero?