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Quizá este artículo no es para ti. Si crees que la responsabilidad social es algo de lo que se tienen que ocupar exclusivamente las empresas o las autoridades, o que hasta que los influencers no promuevan una visión más respetuosa con nuestro entorno no es momento de actuar, quizá esta no sea tu lectura.

Si crees que la sostenibilidad es “el lujo del millonario” solo accesible a empresas a las que les sobran recursos o que, por lo que pagan a los altos directivos, son ellos (no nosotros) quienes deben dar un trato más humano a sus colaboradores, hazme caso, no sigas leyendo.

Y es que como decía Madre Teresa, “si todos barriésemos nuestra puerta, el mundo estaría limpio”, por lo que todo cambio que deseemos que ocurra en nuestro entorno ha de comenzar por nosotros. 

Ningún líder ha esperado a que otros diesen un paso para cambiar el mundo, sino que cambiaron el mundo dando el paso que otros esperaban.

¿Y si el líder que esperas estuviese en tu interior?

Personas “extra-ordinarias” y momentos cotidianos.

Habitualmente, esperamos grandes líderes y momentos únicos (eso que llamamos “conjunciones astrales”) para que nuestra vida cambie como “por arte de magia”.

Paradójicamente, es justo lo contrario: pequeños gestos mantenidos en el día a día son los que provocan resultados asombrosos y esos resultados son los que hacen que emerjan los líderes, los que nos inspiran con su ejemplo y nos dan la esperanza de que todos nosotros, personas anónimas, podemos ser mucho más de lo que creemos que somos.

Un ejemplo: Greta Thunberg.

Antes de ser la líder del movimiento por el planeta, comenzó por ser una niña que desde agosto de 2018 (¡Sí, hace poco más de dos años!) se saltaba sus clases cada viernes para sentarse frente al Parlamento sueco a exigir que se cumpliesen los objetivos medioambientales.

¿Sus recursos? Una mochila y una pancarta con un mensaje claro: “Huelga escolar por el cambio climático”.

Cada semana. Sin descanso. Sin excusas ni quejas. Sola en su inicio. Sin más.

Resulta inspirador cuánto se puede lograr con tan pocos medios.

Pero lo que quizá no todos conocemos es que previamente, la familia Thunberg había decidido adoptar una alimentación vegana y un estilo de vida bajo en emisiones de carbono.

Y es que como en todo líder auténtico, lo privado precede a lo público (y no al revés). Ser coherentes entre lo que mostramos al mundo a través de nuestras redes y lo que hacemos en privado cuando nadie nos ve, muestra nuestra cara más verdadera.

Así, es muy sencillo:

  • Hablar bien de los demás en público, pero criticarlos en nuestro círculo más privado (o sea, en la máquina de café).
  • Exigir a los políticos que se reúnan y lleguen a acuerdos, pero no ir nosotros a la reunión de la comunidad de vecinos.
  • Pedir que las empresas sean medioambientalmente responsables, pero no separar residuos en nuestras casas.
  • Esperar que nuestros jefes nos traten con respeto, pero cuando nos toca a nosotros, pasar al lado de nuestros compañeros sin tener un mínimo gesto de humanidad (saludar, despedirse, ser amable, interesarse sinceramente por sus problemas).

Son nuestras acciones las que van a cambiar el mundo, no nuestras palabras, porque como decía John Erskine, “un líder simplemente es una persona que sabe dónde quiere ir, se pone de pie y va”.

En estos momentos de propósitos, planes, proyectos, objetivos y buenas intenciones, te dejo una pregunta para la reflexión:

¿Qué vas a hacer en las próximas 24 horas para sacar ese líder que hay en ti y que está deseando salir para cambiar el mundo?

 

En este artículo se habla de:
OpiniónliderazgoRSE/RSC/Sostenibilidad

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