Echar la vista cien años atrás para analizar el impacto de la actividad humana y del cambio climático sobre el mar Mediterráneo es un ejercicio fundamental, aunque doloroso. En el último siglo, este ecosistema no solo ha sufrido la degradación de sus aguas y sus costas –es el mar más contaminado del planeta–, sino la pérdida de una parte importante de su biodiversidad, afrontando una crisis sin precedentes que afecta a especies endémicas como la posidonia, esencial para la vida marina.