La crisis climática nos enfrenta a decisiones de cierta urgencia que determinarán el futuro. En este contexto, la inteligencia artificial se convierte en una herramienta de gran importancia para procesar datos ambientales complejos, predecir escenarios futuros y optimizar recursos. Sin embargo, su aplicación en decisiones ambientales críticas plantea interrogantes éticas que no podemos ignorar.