Diana de Arias llevaba una vida normal, como la de cualquier joven que acaba la universidad con sus aspiraciones laborales, sueños de futuro y con una vida por delante hasta que con 23 años sufrió un Ictus. “Me enfrenté al mayor reto de mi vida. Tuve que volver a aprender a comer, andar, escribir, e incluso, a recuperar mi voz”.