Decía Susan Sontag que todo argumento tiene un contraargumento. Pensar críticamente implica cuestionar el argumento, esforzarse en buscar el contraargumento, escucharlo con atención e interés y estar dispuesto a que dialoguen entre ambos. Sin embargo, nuestra sociedad no parece llevar bien a los “cuestionadores”, esos que siempre buscan el contraargumento, que no dicen amén a todo lo que piensan, les dicen o escuchan.