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La entidad financiera está consolidando una fórmula que gana terreno entre las compañías comprometidas con la transición sostenible: préstamos cuyo coste financiero mejora cuando la empresa cumple objetivos ambientales, sociales o de gobernanza previamente pactados. Estos indicadores —los KPIs de sostenibilidad— convierten la gestión ESG en un motor directo de competitividad y transparencia, alineando financiación y desempeño real.
BBVA apuesta por préstamos que premian el desempeño ESG

El avance de las finanzas sostenibles está impulsando nuevas herramientas para que las compañías aceleren su transformación. Entre ellas destacan los préstamos vinculados a indicadores clave de sostenibilidad, una solución que, como explica BBVA, conecta directamente las condiciones del financiamiento con el desempeño ambiental, social y de gobernanza de las empresas. En términos simples: si la organización cumple los objetivos pactados, el tipo de interés mejora.

Este enfoque convierte la sostenibilidad en un incentivo tangible y no solo en un compromiso declarativo. Las metas se fijan siguiendo los Sustainability-Linked Loan Principles de la Loan Market Association, lo que garantiza su trazabilidad y coherencia con estándares internacionales. Para BBVA, la clave está en acompañar a cada empresa según su punto de partida, definiendo una hoja de ruta que permita medir los avances de forma clara y verificable.

Un ejemplo de cómo funciona este mecanismo es el de Arteche, compañía del sector eléctrico que decidió vincular parte de su financiación con indicadores ESG. La empresa destaca que este tipo de préstamos le permite alinear sus estrategias financieras con objetivos concretos —como eficiencia energética, gestión de residuos o reducción de emisiones— y fortalecer la transparencia frente a sus grupos de interés. Según Manuel García Segura, responsable global de Tesorería de Arteche, la herramienta “capitaliza el esfuerzo previo en materia ESG y nos impulsa a seguir mejorando”.

BBVA ofrece dos modalidades principales. Una de ellas se centra en la reducción de la huella de carbono y establece un único KPI ambiental basado en las emisiones de alcance 1 y 2. A partir de la medición verificada de la empresa, se define una senda de descarbonización acorde a su actividad. La segunda, denominada Tailor Made, permite diseñar KPIs completamente personalizados, validados mediante una Second Party Opinion y orientados a temas tan diversos como diversidad, salud y seguridad laboral o circularidad. Para ello, BBVA pone en contacto al cliente con consultoras especializadas, asegurando siempre independencia en la definición de los indicadores.

En el caso de Arteche, los compromisos incluyen el aumento del uso de energía renovable, la valorización de residuos y la reducción de gases de efecto invernadero. La empresa anticipa incluso la incorporación de objetivos de alcance 3 y metas vinculadas a brecha salarial. “Cumplir estos KPIs genera valor añadido y nos posiciona mejor en el sector”, señala García Segura, subrayando los beneficios reputacionales y competitivos.

El seguimiento anual de los indicadores se realiza a partir de verificaciones externas o del auditor del Estado de Información No Financiera. Con esa evidencia, BBVA aplica la bonificación en el tipo de interés. Si durante la vigencia del préstamo se producen cambios relevantes —como adquisiciones o modificaciones metodológicas—, los KPIs se revisan para mantener su consistencia. El horizonte temporal suele ser de al menos tres años.

Las ventajas para las empresas no se limitan al potencial ahorro financiero. Los préstamos ligados a KPIs fortalecen la credibilidad pública, refuerzan la coherencia con las expectativas de inversores responsables y ayudan a ordenar la estrategia ESG bajo criterios claros. Desde Arteche insisten en que el acompañamiento técnico de BBVA fue decisivo, destacando la proactividad del banco y su capacidad para adaptar el producto a las necesidades reales de la compañía.

Además, este tipo de soluciones permite trasladar el compromiso sostenible más allá de la organización, involucrando a toda la cadena de valor e impulsando mejoras sistémicas. Para BBVA, este es uno de los aspectos clave: que la sostenibilidad deje de ser una declaración aspiracional y se convierta en un compromiso mensurable, transparente y con impacto directo en la actividad económica.

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