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Seguro que os gusta el cine, aunque no seáis expertos, ver una película que enganche es una sensación maravillosa. Vamos a ver si soy capaz de explicar todo lo que está sucediendo como si de una película se tratara y tenemos ese efecto enganche en esta narrativa.
La Directiva Europea de IA (AI Act): Entre la ambición regulatoria y el dilema de la competitividad sostenible

El otro día asistimos a un cambio de guion en la política europea. Lo podríamos definir como un giro argumental. No es la primera vez que ocurre y cuando un hecho deja de ser aislado para convertirse en recurrente, hace pensar que obedece a una conducta o comportamiento y esto sí que me preocupa. El 19 de noviembre, la Comisión Europea presentó el Digital Omnibus, un paquete de propuestas legislativas para simplificar y aclarar la aplicación de la Directiva Europea de IA o AI Act. La pregunta que me ronda la cabeza es: ¿será el AI Act un nuevo ómnibus?

La respuesta matizada es que el Ómnibus Digital no es una nueva regulación, sino una reforma del AI Act existente para hacerlo más aplicable.

Elipsis de la Directiva Europea de IA

Europa había hecho historia. El 1 de agosto de 2024 entró en vigor el Reglamento (UE) 2024/1689, conocido como el AI Act o Ley de Inteligencia Artificial, la primera normativa integral en el mundo sobre IA. Sin embargo, mientras Bruselas celebraba su liderazgo regulatorio, planeaba la siguiente pregunta: ¿puede Europa permitirse regular con tanto rigor una tecnología en la que aún no somos líderes?

Europa establece las reglas del juego global en IA, pero Estados Unidos concentra el 43% de la inversión mundial (109.100 millones de dólares en 2024) y China cierra rápidamente la brecha tecnológica con modelos como DeepSeek que, al margen de la privacidad y seguridad de los datos, ha demostrado que no siempre el "costo es calidad". Mientras que la UE apenas ha logrado 13.430 millones de dólares de inversión privada en IA durante 2024.

Desde la perspectiva de la sostenibilidad, el panorama se vuelve aún más complejo: la IA representa ya el 1,5% del consumo eléctrico mundial, con centros de datos que emiten entre el 2,5% y 3,7% de las emisiones globales de CO₂, superando a la industria de la aviación. ¿Cómo combinar el desarrollo tecnológico, la competitividad económica y la sostenibilidad ambiental en un contexto de creciente fragmentación geopolítica?

Remake de la AI Act

Digital Omnibus es un paquete regulatorio que simplifica el marco digital de la UE y armoniza normas de IA, datos y ciberseguridad. La aplicación eficiente del Reglamento de IA tendrá un impacto positivo en la sociedad, la seguridad y los derechos fundamentales. Entre los objetivos se encuentra:

  • Simplificación de procedimientos: Punto de entrada único para notificaciones de incidentes de ciberseguridad que afecten a sistemas de IA.
  • Aclaraciones sobre datos sensibles: El nuevo artículo 4a permite el tratamiento excepcional de categorías especiales de datos personales (origen racial, datos de salud, etc.) cuando sea estrictamente necesario para detectar o mitigar sesgos en sistemas de IA, bajo condiciones muy estrictas (pseudonimización robusta, limitación de accesos, documentación justificativa exhaustiva).
  • Armonización de evaluaciones de conformidad: Los sistemas de IA integrados en productos ya regulados (dispositivos médicos, automóviles, etc.) solo cumplirán un subconjunto de requisitos del AI Act, evitando duplicaciones burocráticas.
  • Refuerzo de la Oficina Europea de IA: Centralización de supervisión de modelos - de propósito general, reduciendo fragmentación entre reguladores nacionales.
  • Mejora de la protección de datos para IA: Aclaraciones sobre el uso de datos personales en entrenamiento de modelos de IA, salvaguardando los intereses de los ciudadanos.

El AI Act ya tiene su Ómnibus Digital. La pregunta es si este proceso de aclaración y simplificación será suficiente o si Europa entrará en un ciclo continuo de modificaciones normativas (el síndrome del "ómnibus perpetuo") que genere inseguridad jurídica y paralice inversiones.

Las regulaciones complejas tienden a generar reglamentos de desarrollo, directrices interpretativas, códigos de conducta sectoriales y, eventualmente, modificaciones legislativas. Si cada uno de estos elementos tarda años en concretarse, Europa habrá construido un marco jurídico ejemplar pero prácticamente inaplicable.

Flashforward: Liderazgo normativo y protección de derechos

Una de las partes buenas de ser pioneros en materia de regulación es que nos permite tener un liderazgo normativo y además, el punto extra es el enfoque de protección de derechos en materia de IA. Esto no es un nice to have sino un must have. Sin embargo, no todas las IA desarrolladas cuentan con este enfoque y aquí surge la pregunta de si tanta protección no tiene un impacto negativo para las soluciones desarrolladas por empresas europeas que tienen que competir con soluciones desarrolladas en otras partes del mundo sin una regulación en protección de derechos, datos o soluciones sostenibles; y que, paradojas de la vida, son las soluciones de IA más estandarizadas y que consumen la mayoría de las empresas y usuarios.

  1. Protección de derechos fundamentales: El AI Act establece salvaguardias sin precedentes contra usos discriminatorios y abusivos de la IA. Prohíbe explícitamente la vigilancia biométrica masiva, el social scoring y la manipulación psicológica, elementos que en otras jurisdicciones operan con escasa supervisión.
  2. Efecto Bruselas: Estándar global de facto: Como ocurrió con el GDPR, el AI Act está destinado a convertirse en el estándar de facto mundial. Cualquier empresa que opere en el mercado europeo de 450 millones de consumidores deberá cumplir con estas normas, extendiendo su influencia más allá de las fronteras de la UE.
  3. Certidumbre jurídica y reducción de fragmentación: Al armonizar las normas en los 27 Estados miembros, el AI Act elimina el riesgo de un mosaico regulatorio europeo que hubiera resultado insostenible para las empresas.
  4. Sostenibilidad incorporada: El AI Act reconoce explícitamente el "bienestar social y ambiental" entre sus principios éticos. Si bien no establece límites obligatorios de consumo energético o emisiones, sienta las bases para futuras regulaciones más específicas sobre la huella ambiental de la IA. España ha dado un paso adelante con la especificación técnica UNE 0086:2025, en la que hemos estado trabajado desde QALEON, que establece métricas estandarizadas para medir el consumo energético, la huella de carbono, el consumo de agua y el rendimiento de sistemas de IA, especialmente durante las fases de entrenamiento e inferencia de modelos generativos y grandes modelos de lenguaje (LLM).
  5. Sandboxes regulatorios: El reglamento permite entornos controlados de prueba donde las empresas, especialmente pymes y startups, pueden experimentar con innovaciones bajo supervisión sin enfrentar sanciones inmediatas por infracciones de buena fe.

Flashback: Burocracia, costos y riesgo de fuga de talento

Como toda moneda, el AI Act tiene dos caras y no podía faltar que os relatara los contras que veo a este reglamento.

  1. Carga administrativa desproporcionada: El cumplimiento del AI Act requiere recursos significativos: evaluaciones de conformidad, documentación exhaustiva, auditorías continuas, registros detallados con la simplificación de procedimientos, este punto mejora.
  2. Incertidumbre interpretativa inicial: A pesar de la publicación del reglamento, persisten ambigüedades sobre la clasificación de sistemas (¿qué constituye exactamente "alto riesgo"?), los estándares técnicos armonizados (que aún no están finalizados) y los umbrales para modelos de propósito general. Esta incertidumbre paraliza inversiones y decisiones estratégicas. Las empresas necesitan claridad para planificar a medio plazo.
  3. Riesgo de fuga de innovación y talento: Con un marco regulatorio más exigente que el estadounidense o el asiático, Europa corre el riesgo de que sus mejores talentos y startups migren hacia ecosistemas más "amigables". El caso de Mistral AI, la joya de la corona europea en modelos de lenguaje es emblemático: a pesar del apoyo institucional, compite en desventaja absoluta contra OpenAI, Google o Anthropic en términos de recursos. En este sentido, Mistral AI somos todas las pymes tecnológicas europeas.
  4. Sanciones severas que generan aversión al riesgo: Las elevadas sanciones pueden generar una cultura empresarial excesivamente conservadora que inhiba la experimentación y la toma de riesgos calculados esencial para la innovación.
  5. Impacto ambiental insuficientemente regulado: A pesar de mencionar el bienestar ambiental entre sus principios, el AI Act no establece límites obligatorios de consumo energético, de huella de carbono o de uso de agua para sistemas de IA. Esto contrasta con la urgencia climática y el impacto real de la tecnología y aquí tenemos claros ejemplos que debemos mencionar:
  • Entrenar GPT-3 emitió aproximadamente 552 toneladas de CO₂.
  • Una consulta a ChatGPT consume 10 veces más electricidad que una búsqueda en Google.
  • Los centros de datos en España (14º posición en el ranking mundial) se concentran en Aragón, una región especialmente vulnerable a sequías, con proyectos de Microsoft, Google, Amazon y Blackstone que tensionan recursos hídricos locales.

Spoiler. La brecha de competitividad: Europa queda relegada

Los datos del AI Index Report 2025 de Stanford son contundentes y preocupantes para Europa, os facilito unos indicadores para que cada uno saque sus propias conclusiones:

Inversión privada en IA (2024):

  • Estados Unidos: 109.100 millones de dólares (43% global).
  • China: 27.500 millones de dólares estimados.
  • Unión Europea: 13.430 millones de dólares, con la siguiente asignación:
    • Reino Unido: 4.500 millones
    • Suecia: 4.340 millones
    • Francia: 2.620 millones
    • Alemania: 1.970 millones

Desarrollo de modelos notables (2023):

  • Estados Unidos: 61 modelos.
  • Unión Europea: 21 modelos (Europa entera, incluyendo Reino Unido).
  • China: 15 modelos.

En 2024, la situación empeoró: China presentó modelos competitivos con Estados Unidos, mientras que Europa solo logró 3 modelos notables, todos franceses.

Infraestructura computacional:

Según el proyecto Top500:

  • Estados Unidos: 53% de la potencia computacional mundial.
  • Unión Europea: 24%.
  • China: 5,8%.

¿Qué nos indican estos datos? La respuesta es sencilla. Europa lidera en publicaciones científicas sobre IA pero se queda rezagada en la traslación de ese conocimiento a aplicaciones comerciales e inversión industrial lo que supone un freno competitivo ya que, sin aplicación práctica ni inversión, todo se queda en conceptos e ideas y esto no atrae inversión ni valor añadido.

El AI Act representa un hito histórico en la gobernanza tecnológica global. Europa ha demostrado que es posible regular la IA de forma integral, priorizando derechos fundamentales y valores democráticos. Sin embargo, el liderazgo normativo sin capacidad tecnológica equivalente condena a Europa a dictar reglas para un juego que otros juegan.

En este artículo se habla de:
OpiniónDirectiva Europea de IAómnibus

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