“Hace poco más de dos décadas, los movimientos feministas, como “Ni Una Menos” o “Me Too”, y los LGBTIQ+ han visibilizado de manera programática y global, desde la militancia y la academia, los sesgos, discriminaciones y violencias que sufren los colectivos de mujeres y las subjetividades disidentes. A esto hay que sumar la aprobación de leyes en España como la de igualdad (2007), tran- sexualidad (2007) y la ley trans (2023), que ha propiciado que haya una mayor preocupación por la representación cultural de las mujeres y los sujetos marginados por cuestiones de género, así como por el fomento de su participación en la esfera creativa.”
(Baranda y Montejo 2002; Sangro y Plaza 2010; Arranz 2010; Marc 2021 y 2022)
Arte, cultura y patrimonio culltural y cómo esta transforma la sociedad
En la cita precedente, se habla de los movimientos que se han ido introduciendo y que son importantes a la hora de analizar la participación cultural en España. Hay muchos factores a tener en cuenta para hablar del tema, factores básicos como son ya la educación que reciben los niños en casa y en el ámbito académico. ¿Cuál es el valor que se le toma a la cultura o al patrimonio cultural de un país desde casa o desde la escuela ? Además de la educación, otro factor importante sobre la participación cultural sería el económico y las diferentes clases sociales en España como tambien tener en cuenta cuánto se puede permitir la gente disfrutar de la cultura de su país.
Como todo en la vida, es una evolución, el arte en sí siempre se va transformando y la sociedad lo hace con él. Pero la manera de como ésta lo ve también varía. ¿Es la cultura lo mismo que la tradición? Debemos hacer hincapié en que la cultura y la tradición están relacionadas pero no son lo mismo ya que la cultura abarca un conjunto más amplio de características compartidas por un grupo de personas, como el lenguaje, las creencias, los valores, las costumbres y las prácticas sociales y, la tradición, por otro lado, se refiere específicamente a las prácticas o costumbres trasmitidas de generación en generación dentro de una cultura. La tradición es una parte importante de la cultura pero esta incluye aspectos más amplios que van más allá de las tradiciones y aquí es donde está el problema. Muchas personas suelen confundir estas dos palabras y decir que la tradición es también cultura o que cultura es tradición cuando no es así, por lo que muchas veces, no es por visitar o hacer algo que sea parte de nuestra tradición que cuenta como una participación cultural.
No puedo evitar mencionar la importancia del proceso de politización de la cultura que ha habido, especialmente, durante estas dos últimas décadas, presente por causa de la evolución de los nuevos movimientos como son el feminista o el LGBTIQ+ y de cómo la gente lo ve como un factor político y no cultural. Es algo que, aunque sea sujeto de debate y de motivo de polarización entre dos grupos de personas, hace que la participación cultural sea mucho más difícil entre jóvenes y mayores en España.
Era del individualismo
Hay algunos retos sociales de la humanidad que cabe destacar para hablar de la participación cultural, como ahora es el Covid y todo lo que ha traido consigo. La pandemia ha iniciado una era individualista en la que la sociedad ya no es capaz de pensar colectivamente y esto también se ve muy afectado en la cultura y en la participación de la gente en ella. Un ejemplo claro sería todas aquellas salas de cine que han tenido que cerrar porque la gente solo ve películas en casa. Cabe recalcar que el individualismo es un factor que también es propenso a disminuir esa participación cultural por parte de los habitantes de un país.
¿Cómo podemos mejorar y llevar la participación cultural en progreso?
Sí creo que hay varias posiciones que se podrían tomar para poner medidas hacia esa bajada de la participación cultural en España. Es hora de proponer protocolos y procedimientos comunes y concertados para que las nuevas políticas culturales se basen en evidencias y persigan verdaderamente objetivos de transformación social. Para ello es necesario que los operadores que interactúan en el ecosistema cultural adquieran ciertos compromisos. Entre ellos, como se señala en la declaración: Destacar de forma explícita y concreta en los proyectos, programas y políticas culturales los objetivos sociales, económicos, culturales o de otro tipo que persigue la ejecución de dichos proyectos o programas como también asignar en el diseño de los proyectos, programas y políticas culturales los recursos necesarios para desarrollar procesos de evaluación y seguimiento.
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