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¿Alguna vez os ha pasado conversar con alguien y sentir que no estáis en el mismo plano? Qué por mucho que lo intentas y pones al servicio tu voluntad, no consigues hacer ver tu punto de vista, o entender el suyo. A mí sí. Y es en ocasiones frustrante. Extrapolemos esto a las grandes negociaciones climáticas, el diseño de políticas públicas y trabajo social con minorías y migrantes que vienen de una realidad completamente distinta, o la decisión de lanzar un nuevo producto al mercado sin conocer bien todas las externalidades que esto implica. Es decir, problemas que han de ser resueltos y de los que depende el bienestar de millones de personas. Ocurre de manera recurrente.

¿Qué podemos hacer? Dos opciones:

Una es la de seguir manteniendo nuestra propia visión de la realidad guiándonos por un surco de pensamiento cavado por todo aquello que hemos vivido, pensado o experimentado. Es lo que se conoce como modelos mentales: la manera que tenemos de registrar la realidad, los cuales son marcos de referencia a través de los que pensamos e interpretamos el mundo y todo lo que nos rodea. Si actuamos únicamente desde ese surco, nuestra visión estará sesgada.

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Mental model: Fuente: The wizdomproject.

La otra, es la de abrir el campo de visión, conectando diferentes dimensiones de la realidad mediante el entendimiento de la complejidad y los distintos modelos mentales de todas las partes involucradas (Teoría del pensamiento complejo, Edgan Morin).

Si bien salirnos de nuestros modelos operativos implica una mayor cantidad de tiempo y energía invertida, hay metodologías de análisis como el pensamiento sistémico que nos facilitan el proceso, evitando el reduccionismo para entender el sistema. Este, busca abordar un problema desde el entendimiento de los diferentes actores, visiones y modelos mentales, con el objetivo de hacer explícitas las dinámicas por las cuales dicho problema sigue perpetuando en el tiempo, así como sus elementos, interconexiones y puntos de acción sobre los que comenzar a actuar.

Tomando un símil de mi querido Jose Luis Sampedro en su ensayo: Un Reloj, una Gato, y Madagascar: No podemos abordar grandes problemas complejos en los que la interrelación humana en la toma de decisiones juega un papel preponderante utilizando teorías que sólo son válidas para funcionamientos mecanicistas (un Reloj). Tampoco aislando a una persona o grupos de personas con patrones similares extrapolando las conclusiones de estudio a toda la realidad (Un Gato). Habremos, sin embargo, de entender las interrelaciones entre personas diferentes (Madagascar).

En resumen: Los métodos de estudio deben adaptarse a la naturaleza del objeto estudiado.

¿Queremos comprender una sociedad? ¿Diseñar políticas públicas que sean aceptadas, generar nuevos modelos de negocio que cubran necesidades reales?

Miremos y actuemos de manera diferente. Aquí te cuento algunos ejemplos que conozco bien: Involucremos a todas las personas a la hora de tomar decisiones, como los jóvenes, apartados de manera recurrente de la toma de decisiones (Talento para el Futuro). Diseñemos organizaciones distintas, que funcionen de manera ecosistémica y abierta (The Overview Effect), integrando a todos sus grupos de interés.

Innovemos sistémicamente (System Innovation Platform); combinando el pensamiento sistémico y la innovación para transformar la dinámica general de un problema complejo, cambiando la manera en la que las partes se interrelacionan para conseguir nuevos resultados.

Solo así, podremos abordar los grandes retos que nos esperan. Eso sí, empecemos por uno mismo, desde la exploración de nuestros propios modelos mentales que nos limitan la capacidad de actuar. Entonces comenzaremos.  

 

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