En el complejo entramado global contemporáneo, la sostenibilidad se erige como un pilar esencial que atraviesa todas las áreas de la sociedad. No es sorprendente, entonces, que la cultura también esté intrínsecamente vinculada a este concepto, aunque sus relaciones no siempre resultan evidentes a primera vista. Hace una década, el Congreso de la UNESCO en Hangzhou proclamó a la cultura como clave para el desarrollo sostenible. A lo largo de este tiempo, diversas instituciones y academias han tejido documentos técnicos que fusionan estos dos pilares, como el esclarecedor "Hacia una cultura sostenible" de REDS y CENEAM (Centro Nacional de Educación Ambiental).
La cultura, lejos de ser meramente un medio, puede ser un fin sostenible en sí mismo, impulsando los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Más allá de su valor intrínseco, la cultura desempeña un papel crucial en la promoción de la educación y la conciencia sobre la sostenibilidad. Expresiones artísticas como el cine, la música o las manifestaciones culturales poseen la capacidad de inspirar, educar y movilizar a las personas en torno a temas medioambientales.
La estrategia para alcanzar una cultura sostenible va más allá de evaluar impactos y añadir sostenibilidad a las temáticas culturales. La clave reside en la integración del enfoque de sostenibilidad, interpelando al visitante e incluso incomodando para impulsar un cambio de conciencia. La esencialidad de construir una red de alianzas, en concordancia con el ODS 17, se destaca. Esto implica una comprensión profunda de los servicios culturales, tanto públicos como privados, con actores que van desde las administraciones públicas y el sector privado hasta la sociedad civil, creadores y el emergente cuarto sector.
En este proceso, el desarrollo sostenible emerge como el guardián de la diversidad cultural, garantizando los derechos y la libertad expresiva de las personas. No se trata simplemente de instalar tecnologías verdes en los museos, sino de cuidar los entornos y cerrar espacios no preparados para masivas visitas, desafiando así el egoísmo del consumismo inherente al modelo capitalista sin consideración ambiental.
Proyectos como Dante, Cultura en Transición o The Water Office señalan la dirección hacia un enfoque más consciente y sostenible en el ámbito cultural. Estos ejemplos no solo representan un cambio en la infraestructura, sino también en la mentalidad, evidenciando que la sostenibilidad abarca desde la raíz hasta la cima de la experiencia cultural.
La preservación de las tradiciones culturales emana como otro pilar crucial para fomentar la sostenibilidad. Comunidades que han coexistido armoniosamente con la naturaleza durante generaciones, ofrecen valiosas lecciones sobre cómo vivir en equilibrio con nuestro entorno. Al respetar y preservar estas tradiciones, podemos aprender a forjar un camino hacia la sostenibilidad basado en el respeto mutuo entre cultura y medio ambiente.
En este contexto, la relación entre cultura y sostenibilidad no solo se manifiesta en términos ambientales, sino también económicos. Las industrias creativas y culturales tienen el potencial de impulsar el desarrollo económico sostenible, generando empleo, estimulando la economía local y fomentando la innovación en tecnologías verdes y prácticas empresariales sostenibles.
No obstante, la relación entre cultura y sostenibilidad no está exenta de desafíos. La globalización y la influencia cultural extranjera pueden erosionar tradiciones locales arraigadas en la sostenibilidad. La adopción indiscriminada de prácticas y estilos de vida extranjeros a menudo conlleva un mayor consumo y desperdicio, amenazando los esfuerzos por promover un estilo de vida sostenible.
En conclusión, la intersección entre cultura y sostenibilidad es un terreno fértil donde convergen la creatividad, la conciencia y la responsabilidad. Para construir un futuro sostenible, es imperativo que abracemos esta conexión intrínseca y trabajemos juntos, uniendo fuerzas en aras de un desarrollo cultural y medioambiental armonioso, donde la sostenibilidad se convierta en el eje central de nuestra evolución.
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