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En un mundo marcado por la creciente desigualdad socioeconómica y los desafíos ambientales, es esencial abogar por un reparto equitativo de la riqueza y los recursos mundiales. En el artículo publicado en nature.com, "Inequality can double the energy required to secure universal decent living", revela cómo la desigualdad contribuye al consumo excesivo de energía y pone en peligro la sostenibilidad global, generando desigualdades no sólo en cuanto a nuestro nivel y esperanza de vida, si no también en cómo nos relacionamos con la naturaleza y cuanto le costamos a esta.
Cambios superficiales para problemas estructurales. El reparto equitativo de la riqueza y los recursos: Un camino hacia la sostenibilidad global

La desigualdad socioeconómica es una realidad palpable en nuestro mundo actual, pero también trazable a lo largo de toda la historia de la humanidad. La brecha entre ricos y pobres sigue ampliándose, exponencialmente desde la pandemia del COVID19, y esta disparidad tiene consecuencias perjudiciales para el medio ambiente y la sociedad en su conjunto. El artículo mencionado revela que la desigualdad puede duplicar la cantidad de energía necesaria para asegurar una vida digna para todos. Esta asociación nos obliga a reflexionar sobre cómo el reparto equitativo de la riqueza y los recursos podría ser un catalizador para abordar la crisis ambiental y sobre la responsabilidad individual que constantemente se impone a las clases medias y bajas.

En primer lugar, la desigualdad económica genera un patrón de consumo insostenible. Las personas de mayores ingresos tienen a su disposición más recursos y poder adquisitivo, lo que conlleva un consumo excesivo de bienes y servicios. Este consumo desmedido, del que podemos ver presumir a influencers, no solo agota los recursos naturales, sino que también contribuye a la generación de residuos y emisiones contaminantes. No hace mucho tuvimos acceso a la segunda temporada de Soy Georgina, que podemos usar de referente, junto con Las Kardashian (todavía me duele recordar a Kyle Jenner cogiendo un Jet privado para un trayecto de quince minutos o a la primera mencionada volando varias veces al día para compra ropa de lujo en otros países europeos), del modo de vida de ricos y famosos, y su total y absoluta falta de conciencia medioambiental. De hecho, encontramos listas como Los famosos con mayores emisiones de CO2.

En contraste, las personas que se encuentran en los estratos más bajos de la sociedad a menudo se ven obligadas a utilizar métodos ineficientes y contaminantes para satisfacer sus necesidades básicas. En muchas ocasiones, no pueden optar por productos de cercanía o mejorar la eficiencia energética de su vivienda, por requerir inversiones significativas en muchas ocasiones.

Los jóvenes nos encontramos entre las personas más afectadas por el cambio climático y las desigualdades sociales, hemos crecido con la premisa del reciclaje y con mares de plástico, con el conocimiento de los efectos de la industria textil y a la vez el auge de moda ultrarapida. Vivimos las incoherencias del sistema y generamos resistencia a seguir por el camino marcado por las generaciones anteriores. Por ello debemos instar a los gobiernos a tomar medidas para la garantizar la redistribución de la riqueza y la imposición de limitaciones a los más ricos en lugar de instar a la concienciación individual. De nada sirve o muy poco sirve que yo “recicle, reduzca y reutilice”, o haga lo que dicte cualquier otra aclamada consigna medioambientalista mientras no se pongan limites a los superricos y sus influencias. Ejemplos como la limitación de los jets privados en otros países de Europa indica el camino a seguir, pero nos queda mucho por delante.

Al abordar la desigualdad y garantizar una distribución justa de la riqueza, podemos crear las condiciones para que todos puedan participar en la construcción de una sociedad sostenible

 

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