Una de las inquietudes que tenemos en Diario Responsable es qué mundo vamos a dejar a las futuras generaciones, qué estamos haciendo y qué más deberíamos hacer. Y consideramos que para responder a ello, es imprescindible oír la voz de los jóvenes. Por eso, hemos alcanzado un acuerdo de colaboración con Talento para el Futuro, uno de los principales puntos de encuentro, si no el más importante, para que los jóvenes se unan, se expresen y aporten su contribución en la consecución de un mundo mejor. Con esta tribuna de Elsa Arnaiz, su presidenta y directora general, iniciamos una serie por la que irán desfilando sus distintas voces.
Platón defendía que la mejor forma de gobierno era la aristocracia, que tendría en su cabeza un filósofo-rey y estaría poblado por filósofos muy sabios. En otras palabras, el mejor gobierno era el de los ancianos: una gerontocracia. Ya que para adquirir el saber y la categoría requeridas, un must-have era la ancianidad. Asumían los griegos pues que el know-how (por seguir con los anglicismos) solo llegaba al final de la vida.
Parece que aquellos análisis y corrientes son cosa del pasado, pero en muchos países, siendo Estados Unidos uno de los referentes, sigue siendo obligatorio tener al menos 35 años de edad para poder siquiera acceder a la tan ansiada y valiosa presidencia. En España nos libramos de tal exigencia y cualquier mayor de edad (teniendo en cuenta otros requisitos razonables) puede soñar con alcanzar el puesto de primer ministro (recordemos que en nuestro país lo llamamos presidente, pero es un primer ministro. Interesante la Transición también en los nombres). Pero a pesar de esto, llevamos varias décadas con un gobierno de políticos senior o muy senior. Y hombres o muy hombres.
A raíz del 15M España se vio inmersa en un nuevo y bonito desafío: inventar una democracia que nos represente a todas y todos, jóvenes y no tan jóvenes (por supuesto, mayoría demográfica y demoscópica en España). En las siguientes elecciones generales consiguieron su escaño noventa diputados jovenzuelos (menos de 35 primaveras). A pesar de que esta tendencia no ha seguido al alza, podemos decir que sigue habiendo un claro (aunque cada vez más tímido) frente millenial en la clase política de nuestro país (Nodal, 2022). ¿Dicho y hecho?
Sin embargo, por mucho que la juventud haya conseguido infiltrarse entre las bancadas de la Santa Casa de la democracia, de facto seguimos teniendo un gobierno que trabaja por y para las generaciones más seniors. Y es que sigue existiendo el estigma de que la juventud parece que te nubla la vista a la hora de proponer políticas que tengan sentido y viabilidad.
Nos enfrentamos a unos desafíos cuyo impacto será indiscutiblemente mayor en las generaciones más jóvenes (y aquellas que aún no han nacido). En cambio decidimos aplicar soluciones que nos anclan aún más en el pasado. Por ejemplo: ante la crisis energética hemos decidido apostar por la construcción de un nuevo gasoducto en lugar de negociar más y mejores interconexiones eléctricas que potencien a España como líder indiscutible de producción eléctrica renovable. A problemas nuevos, soluciones arcaicas.
¿Y por qué? Por una sencilla razón: los políticos usan los votos como si de dólares se tratase sin apostar por programas de prospectiva y visión a largo plazo. En España los jóvenes (entre 18 y 34 años) sólo representamos un 23% del censo electoral ("El voto joven: - ACOP", 2022). Aunque esta cifra no sea insignificante, no termina de ser definitiva (ni convincente) para renovar los programas políticos y comprender que lo que hacemos hoy tiene un impacto directo y muchas veces irreversible en el porvenir de nuestro país y de los españoles del futuro. El cortoplacismo sigue siendo más rentable.
No obstante, tampoco es esta una columna en defensa de un gobierno de los jóvenes y los hipsters. Todo tiene un límite de sentido común. No quiero decir que los jóvenes tengamos que tomar el poder (¿asaltar?) y desbancar a cualquier persona mayor de 35 años. Pero lo que si escribo es que es necesario que comprendamos que ante los retos que nuestro país (y planeta) enfrenta, es imprescindible y urgente promover el diálogo intergeneracional y abrir la puerta a que la juventud no solo esté presente y representada en los procesos de toma de decisiones, sino que se convierta en un criterio fundamental a la hora de evaluar cualquier política pública.
Ya no sirve de nada promover una o dos políticas exclusivas de juventud que cumplan la cuota y consigan unos likes. Debemos ampliar nuestro espectro de análisis de impacto para que si una ley perjudica la sostenibilidad (económica, social y ambiental) de la vida de los más jóvenes (que pronto dejarán de serlo), esa ley se vea repudiada por el resto del sistema de forma natural. Para muchos esto es una utopía imposible de conseguir.
Pues bien: es importante que ya no lo sea para convertirse en nuestra misión de país. Hay que dejar de hipotecar el futuro de la juventud y edificar, juntos, un pacto intergeneracional.
Referencias:
El voto joven: - ACOP. (2022). Retrieved 19 September 2022, from https://compolitica.com/el-voto-joven/
Nodal, I. (2022). ¿Qué edad tienen los políticos españoles? Tras el auge de la juventud, vuelve a valorarse la experiencia. Retrieved 19 September 2022, from https://www.uppers.es/ciencia-y-tecnologia/tendencias/que-edad-tienen-politicos-espanoles-experiencia_18_3287822606.html