La zona de humedales antes mencionada, ahora clasificada como parque natural e integrada en la Red Natura se encuentra en la zona de formaciones cuaternarias del Delta del Llobregat, rico en recursos hidrológicos procedentes de su profundo acuífero. En ella se encontraba la finca de Ca L’Arana, hoy desaparecida a causa del nuevo trazado y desvío del Rio Llobregat, un Cuartel de Carabineros de Costas, una Casa Semáforo, y una serie de estanques denominados Magarola, Ricarda, Illa, Remolar y Murtra. Los tres primeros aparecen referenciados en cartografías del S XVIII.
El estanque de La Ricarda se encuentra situado en la heredad del mismo nombre, un coto de caza, como el de Ca L’Arana, que fue adquirido por uno de los asiduos cazadores de la zona a finales del s XIX. A partir de entonces, se mantuvo el coto de caza, pero su propietario procedió también al saneamiento de los terrenos y a la mejora de las áreas de cultivo situadas al norte de la finca. En 1909 construyó una granja lechera, declarada bien cultural de interés local, cuya explotación se consideró modelo hasta los años 30. En el año 2010, con motivo de la ampliación de la tercera pista del aeropuerto, el edificio se desmontó y trasladó a una zona cercana al Prat.
En 1916 se constituyó el Real Aero Club de Cataluña y los socios escogen el Delta del río Llobregat como emplazamiento del primer campo de vuelos de Cataluña. En el año 1920, una compañía francesa adquiere para sus vuelos unos terrenos cercanos a esa zona y un tercer campo, el aeródromo Canudas, cercano a la carretera del Prat abrió sus puertas en 1922. Este campo pasó a manos de la Generalitat en 1934. En 1941 se puso en marcha el proyecto de creación del Aeropuerto Internacional de Barcelona que unificaría los 3 aeródromos y pasaría a denominarse Aeropuerto Muntadas.
Hasta aquí un poco de historia que sirve de punto de partida para poder llevar a cabo una reflexión sobre las distintas comunicaciones aparecidas en la prensa, nacional y sobre todo local, relacionadas con la ampliación de la tercera pista del Aeropuerto Josep Tarradellas de Barcelona.
En los inicios del actual siglo XXI llevó a cabo el proyecto de ampliación del Aeropuerto con la construcción de una nueva pista al sur de la ya existente, lo que supuso un cambio importante en el entorno y en las zonas expropiadas para tal fin. Se llevo a cabo un estudio de impacto medioambiental con compromisos de AENA que a fecha de hoy no se han cumplido en su totalidad.
En el transcurso del año 2021 el Gobierno Central y la Generalitat de Cataluña acordaron la ampliación del aeropuerto para convertirlo en un hub internacional. El proyecto, que suponía una inversión de 1.700 millones de euros, se dejó en suspenso ante la falta de consenso en el seno del gobierno catalán y la contestación de la sociedad civil, dado que afectaba a los terrenos naturales protegidos de la Ricarda, en el delta del Llobregat. El Gobierno debía posteriormente redactar un nuevo plan director, con la propuesta concreta de ampliación y las inversiones, que debía recibir también el visto bueno de las autoridades europeas por afectar a un entorno protegido.
Desde finales del tercer trimestre del año 2022, como un ritornelo, vuelven a publicarse en distintos medios de comunicación artículos en los que se manifiesta el interés por la ampliación del aeropuerto de Barcelona, bien por parte del presidente de Aena, del Círculo de Economía, de Foment del Traball, de la actual ministra de transportes, -anteriormente alcaldesa de Gavá, municipio afectado por la ampliación-, del primer teniente de alcalde de Barcelona o del presidente de la CEOE.
Foment constituyó el pasado mes de septiembre la Comisión para la Ampliación del Aeropuerto de Barcelona. Su presidente es Lluís Moreno, actual presidente de la Cámara de Contratistas de Obras de Cataluña.
La señalización de la pista actual se encuentra situada en zonas de marisma y bosque expropiadas a los propietarios de La Ricarda, pero de acuerdo siempre con artículos de prensa, la comisión cuenta con un estudio técnico que considera posible la ampliación “sin perjudicar los parajes naturales”, alargando la pista de aterrizaje entre 300 y 350 metros, menos de los 500 metros con los que partía la propuesta de Aena.
Pero sigamos con las noticias y por citar sólo una referencia, en una entrevista a Lluis Moreno, publicada en la edición impresa de El Periódico el pasado 3 de octubre, declara en su primera respuesta, tras indicar que es imprescindible que los miembros de la Comisión conozcan La Ricarda: “Yo me acerqué el otro día”. Más adelante afirma que el estanque de La Ricarda es artificial, como así lo han manifestado en repetidas ocasiones por citar algunos, el presidente de AENA, el presidente de la Comisión de Foment y varios periodistas en sus artículos sobre la ampliación de la tercera pista.
El estanque de La Ricarda se encuentra en una propiedad privada de acceso restringido y controlado. La propiedad, ha mostrado su extrañeza ante tal afirmación ya que oficialmente, no tiene noticia de que el presidente de la Comisión haya visitado la finca. Quizás subió al mirador de la desalinizadora, situada en terrenos de AENA, o dio una vuelta por las pasarelas del Semáforo, aunque desde ambos lugares es difícil ver el estanque de La Ricarda, pero sí pudo ver parte de éste si tuvo acceso a la playa.
Me permito desde estas líneas y tras la lectura de esta pequeña historia llamar la atención del lector sobre la importancia de analizar adecuadamente la intención de determinado tipo de noticias, de ejercer su capacidad de discernimiento y de exigir que la información sea veraz sin sesgos que puedan beneficiar a intereses particulares.
Es evidente que las fuerzas económicas tienen interés en la realización de estas infraestructuras, bien porque suponen un incremento de su actividad, desarrollo del entorno o una mejora de la movilidad, pero no por ello deben recurrir a determinadas líneas de comunicación que afectan negativamente a otros grupos de interés de su ecosistema y a los que pueden causar un perjuicio futuro considerable.
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