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La retención de talento en las empresas, ya no es sólo una cuestión de $alario

Hoy, las empresas deben de responder al reto que el capital humano solicita: la felicidad en la compañía.

Me gustaría resaltar un párrafo incluido en el artículo primero de la Ley 11/2018, de 28 de diciembre dónde se obliga a las organizaciones sobre la necesidad de incluir en el EINF (Estado de Información No Financiera) compromisos con el desarrollo sostenible y el impacto que las empresas ejercen sobre el empleo en la sociedad y en el desarrollo local. Podemos observar que esta cuestión ya se ha convertido en un formalismo regulatorio.

Estos compromisos unidos a la conciliación, la flexibilidad, la promoción, la formación, la motivación, el espíritu colaborativo, la diversidad… (conceptos sumamente intangibles), deben de formar parte fundamental de las organizaciones como pilares para propiciar mayor retención de talento.

Los empleados del presente y del futuro reclaman un tándem perfecto de $alario monetario y emocional para comprometerse. Las empresas deben de enamorar a sus empleados con políticas que favorezcan tanto la atracción de nuevos trabajadores, como que esos mismos empleados quieran quedarse en las organizaciones porque les compensan ambos salarios.

Está claro que las personas formadas y bien preparadas van a exigir remuneraciones acordes a su nivel formativo, pero un buen sueldo con un ambiente de trabajo irrespirable acaba fracasando como factor de “engagement” dentro de las compañías. Negar el impacto social que las empresas ejercen en el entorno, lleva a éstas a no prosperar en su intento de integrar todos los parámetros que se deben de conjugar.

El enfoque tradicional de llegar a fin de mes es obvio y ese factor es inamovible, pero no es sólo un requisito indispensable para encontrar una situación emocional que mueva montañas.

La sociedad demanda valores respecto a la individualidad, pero también demanda trabajar en equipos motivadores capaces de ilusionar y de recibir una satisfacción personal además de la dineraria. Hoy en día el concepto de trabajar en una compañía que tenga un propósito vinculado a factores de sostenibilidad y enmarcado en ofrecer algo más que un salario digno, es básico como elemento transformador, moderno y eficiente.

Recientemente, en la empresa dónde trabajo, he tenido la suerte de contribuir al nacimiento de un programa formativo para ofrecer habilidades de comunicación a mujeres tecnológicas. La acogida del programa ha sido muy interesante. Esta iniciativa ha contribuido a mover sensibilidades que las empleadas necesitan para incrementar su pasión por el trabajo y seguir motivadas.

Ofrecer oportunidades de mejora de valores intangibles, ya no es un accesorio. Los trabajadores buscan sentirse acompañados en su desempeño, quieren trabajar en un entorno con aspiraciones y con proyección. Estos valores no sólo dependen de un buen acompañamiento de los departamentos de recursos humanos, sino que son valores que provienen directamente de factores de impacto positivo organizados con equipos multidisciplinares. Estos procedimientos enriquecen el resultado aflorando más ideas y favoreciendo la diversidad de propuestas e iniciativas.

Todos estos valores atraen a empleados que quieren crecer profesionalmente en un entorno en el que buscan oportunidades, cultura de empresa y reconocimiento.

Hagamos posible esta evolución y seamos tractores de empleados que quieren una carrera profesional rica no solo en términos económicos, sino principalmente en valores.

*Este artículo forma parte de una serie que Diario Responsable ofrecerá a sus lectores fruto de su acuerdo con EJE&CON: EJE&CON y Diario Responsable colaboran para visibilizar el talento sin género y sin generación. Otros artículos relacionados:

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