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Hablar de sostenibilidad se está convirtiendo en estos tiempos en una obligación. No solo por las consecuencias de las crisis provocadas por la pandemia, que necesitan que los gobiernos y organismos supranacionales centren sus esfuerzos en financiar una recuperación sostenible, sino porque la responsabilidad individual va a ser llamada a la acción. Hasta ahora, el principal movimiento de flujos hacia bonos verdes o sociales, o hacia compañías cotizadas que son líderes en sostenibilidad, parecía que provenía solamente de fuentes institucionales, algo casi fuera del alcance del inversor y el ahorro particular. Pero desde la irrupción estelar de los fondos de inversión (y de pensiones) sostenibles en el mercado español, que se ha hecho más visible que nunca en 2020, es evidente que la concienciación individual hacia la necesidad de participar en esta revolución del futuro es ya imparable.

Los planes de reactivación económica post-Covid contemplan desde su inicio un porcentaje muy importante de ayudas directamente relacionadas con proyectos de transición energética, transformación digital, o bienestar social. Un montante de dinero tangible que permitirá poner en marcha proyectos de toda índole, enmarcados en las metas desarrolladas por los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas, y que no se circunscribe solo a Europa, sin duda quien más adelantado está en estos temas, sino que tras la vuelta de Estados Unidos al Acuerdo de Paris retoma su impulso internacional con más fuerza que nunca, y con una fecha en la agenda muy clara: 2030.

Empieza pues la década definitiva. Se deben financiar proyectos a través de fondos públicos, y como decimos, esto está claramente contemplado en muchos de los principales planes macroeconómicos y presupuestos de los países más importantes como Alemania, Estados Unidos o Japón, con compromisos tan revolucionarios como llegar a ser limpios en emisiones de carbono a la atmósfera (carbon zero) en 2050. Pero la iniciativa privada, todos nosotros, debemos cumplir con nuestra parte y ayudar al cambio. A través de nuestros ahorros y nuestras inversiones, buscando no solo la esperada y lógica rentabilidad de mercado, sino también que nuestro capital genere impacto en la transformación sostenible.

La inversión sostenible tiene esa finalidad. Busca remunerar tu dinero de manera similar a la ofrecida por el mercado, pero con una selección de activos que incorpore criterios ESG* en el mismo momento de la toma de decisión. Hacer explícita esa intencionalidad en la filosofía de inversión, medir ese impacto, y reportarlo, son las principales características que demandarán los inversores a medida que este tipo de inversiones vayan cobrando importancia central en el mercado. Y no cabe duda de que es cuestión de tiempo.

Estamos asistiendo a toda una revolución económica y social, acelerada claramente por la pandemia, que va a cambiar (ya lo está haciendo) nuestra forma de enfrentarnos con el mundo del mañana, pero que también nos exige posicionarnos frente a ello. A través de nuestras decisiones de inversión podemos elegir contribuir a un mundo mejor, financiando e invirtiendo en la revolución sostenible. Bonos verdes, bonos sociales, acciones en empresas con mejor o peor desempeño en su metas de sostenibilidad, activos ilíquidos, inversiones solidarias… tenemos todo un mundo para elegir. El perfil de riesgo o el horizonte inversor no puede ser una excusa, ya que la sostenibilidad es transversal a economías y activos y permite a todo tipo de inversor encontrar el producto más adecuado para canalizar su inversión sostenible.

Y no solo estaremos contribuyendo a hacer del mundo un lugar más sostenible, sino que estaremos eligiendo invertir en los sectores del futuro, los ganadores del mañana, los que están preparándose ahora para liderar la economía de 2030. Estos bonos, estas acciones, tendrán más demanda y mayores flujos de los inversores a medida que se vaya avanzando en la reconstrucción económica orientada hacia la sostenibilidad. Por supuesto, el trabajo de los equipos de análisis ESG* de las gestoras de activos es la piedra angular sobre la que se asienta la clasificación de los activos en este terreno, ya que al igual que en cualquier otro mercado, decir que eres sostenible no es lo mismo que serlo, y aquí también hay y habrá ganadores y perdedores. Es primordial que tus inversiones sostenibles estén monitorizadas por expertos en este tipo de análisis.

Decidir que tu inversión financiera sea además sostenible está en tus manos. Cambia tu forma de invertir para cambiar el mundo, y súmate a la revolución del futuro. 

*Este artículo forma parte de una serie que Diario Responsable ofrecerá a sus lectores fruto de su acuerdo con EJE&CON: EJE&CON y Diario Responsable colaboran para visibilizar el talento sin género y sin generación

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