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La sostenibilidad con los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobierno corporativo, por sus siglas en inglés) tienen el potencial de renovar exitosamente la forma en que las organizaciones planifican, implementan y operan en los mercados. Desafíos de gran alcance como el cambio climático, la economía circular, la salud, la diversidad o las finanzas sostenibles, están haciendo reflexionar a las empresas en la importancia del largo plazo y de la información no financiera, prestando gran atención no solo a los intereses de los accionistas, sino a los intereses de todas sus partes interesadas.

La conectividad y la globalización han contribuido a incrementar, y más ahora con la COVID19, la conciencia colectiva por la sostenibilidad, poniendo voz a los desigualdades sociales, ambientales y éticas, a la vulnerabilidad de la economía mundial y a la importancia que tienen la confianza y la transparencia para el buen funcionamiento de la economía.

Dado que la economía está cada vez más dependiente de las cuestiones ESG, y que desde el mundo financiero y de los inversores, cada vez se demandan más unas métricas universales que expresen claramente qué se mide; cómo se mide; cómo se calcula y como afectan a la cuenta de explotación; las empresas que no trabajen una hoja de ruta con estas cuestiones y con estas métricas en su horizonte, se juegan su permanencia en el futuro.

Para responder a esta hoja de ruta, las empresas deben:

  • Establecer una estrategia basada en un entendimiento exhaustivo y equilibrado de las cuestiones Ambientales, Sociales y de Gobierno corporativo (ESG) y que responda a los temas relevantes y a las expectativas de sus principales grupos de interés.
  • Establecer objetivos con métricas para poder gestionar y evaluar su estrategia y el desempeño relacionado, involucrando a todos sus stakeholders.
  • Dar información transparente mediante informes que expliquen su estrategia, objetivos, normas y desempeño a aquellos que basan sus acciones y decisiones en esta información.

Para muchas empresas, dar esta información no financiera, es además una obligación legal desde que entró en vigor la Ley 11/2018 que regula quien, que y como se ha de suministrar esta información no financiera.

El reto está en que los decisores empresariales tengan la competencia suficiente para identificar esta necesidad e integrar las cuestiones ESG en la estrategia de sus negocios, y en alcanzar estándares de sostenibilidad bien definidos, que sean medibles y que permitan con esa gestión hacer un reporting claro, conciso y entendible por los diferentes grupos de interés.

Abordar esta transformación hacia la sostenibilidad, no es solo cuestión de las empresas, se necesita el alineamiento con las administraciones y con la sociedad civil.

Para ello hacen falta varios ingredientes:

El PRIMERO es construir sobre valores: Honestidad, integridad, Empatía, o Transparencia entre otros. Estamos ante una transformación cultural, impulsada por valores, que impacta en aspectos sociales, económicos y políticos para crear una conciencia colectiva que actúe en el presente pensando en su impacto en el futuro.

El SEGUNDO es tener un liderazgo constructivo, ilusionante y generador de  impacto positivo, en el corto, medio y largo plazo, tomando las decisiones en base al equilibrio de las tres dimensiones Ambientales cuidando los recursos hídricos, la biodiversidad, poniendo freno al cambio climático, con procesos de economía circular y con un gran respeto al planeta; Sociales fomentando relaciones diversas e inclusivas con todas las personas generando desarrollo y  bienestar; y con una Gobernanza ética e integra, donde no tenga cabida, el abuso de los derechos humanos, las desigualdades, la discriminación, ni la corrupción ni el soborno. Este liderazgo debe venir desde arriba, de Gobierno, del Consejo de Administración y de la Alta Dirección, porque la sostenibilidad no es una cuestión de un departamento, ni una cuestión de buenismo, sino que es una cuestión de la estrategia empresarial en sí misma.

El TERCERO, es empujar desde las administraciones fomentando la incorporación de requisitos de sostenibilidad para acceder a fondos y subvenciones y agilizando los plazos y los trámites, para conseguir el gran impulso en el cambio a una transición verde, saludable, inclusiva y colaborativa generadora de bienestar para todos, y además desde los reguladores, estableciendo métricas internacionales que permitan medir y reportar las acciones y los resultados con los mismos estándares para diferenciar lo que es sostenible de lo que no lo es; lo que aporta valor de lo que no lo aporta y evitando así el greenwashing.

Lo cierto es que a pesar de la creciente visibilidad de los vínculos entre sostenibilidad y finanzas, en la práctica, a día de hoy, esto sigue siendo el gran desafío. Ahora tenemos la gran oportunidad de construir el futuro que queremos.  ¡Es el momento de pasar a la acción!

 

*Este artículo forma parte de una serie que Diario Responsable ofrecerá a sus lectores fruto de su acuerdo con EJE&CON: EJE&CON y Diario Responsable colaboran para visibilizar el talento sin género y sin generación. Otros artículos relacionados:

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