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Sobre la dignidad humana y el universalismo ético que sostiene a  los Objetivos de Desarrollo Sostenible

"La humanidad ha distinguido siempre entre el bien y el mal. En los poemas homéricos, el mejor es el héroe, carácter ejemplar por su valor o valentía, la virtud primera y más importante, y que no ha dejado de serlo, aunque su significado haya cambiado. Si bien hoy se aprecia el coraje como valor moral, no es el coraje del guerrero, sino el de la persona que se atreve a actuar en circunstancias difíciles y que no duda en responder de sus actos."

(Camps, 2017, p. 11)

 

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 son nuestra ruta de acción para alcanzar un mundo más sostenible y responsable. Su fundamento último descansa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y en la propuesta ética universal que le subyace y que afirma que, todos los hombres y mujeres, niñas niños y adolescentes somos igualmente racionales, por ende, iguales en dignidad y derechos, merecemos, entonces, estima, respeto y consideración por todas las personas e instituciones que conforman el corpus social. Precisamente, por lo esgrimido, no podemos ser discriminados, excluidos, acosados ni marginados -bajo ninguna circunstancia- por nuestro color de piel, sexo, género, creencias religiosas, nacionalidad, ideas políticas o por cualquier otra extravagancia criminal e injusta que se le ocurra al violador de derechos humanos de turno.

En el año 2015, 193 jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a luchar en pro de los derechos humanos, por un mundo más justo, inclusivo, respetuoso de la dignidad humana, que tuviera como centro -efectivamente- a la persona humana como un fin en sí mismo, velando por los más vulnerables y por el mundo que dejaremos a las generaciones futuras. La sostenibilidad alude, entonces, a promover un mundo más justo en donde gracias al trato respetuoso que nos dispensamos entre nosotros, al Planeta como casa común y a los recursos, tendremos mayores posibilidades de disminuir las desigualdades existentes, incluir socialmente a los más desfavorecidos y palpar de facto las aspiraciones enmarcadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

En este sentido, los 17 ODS y la Agenda 2030 pretenden que la defensa de la dignidad humana de las personas, del Planeta y de los recursos sean nuestra prioridad ante la hostilidad del mundo que hemos construido también, mundo carente de igualdad de oportunidades para millones de personas, y, en donde muchos se consideran con derecho de atropellar, porque quieren y pueden, al más débil, al más vulnerable, como por ejemplo, a los niños y niñas víctimas de trata y de malos tratos psicológicos, a los ancianos sin recursos, a las mujeres que padecen la violencia de género y, así, sucesivamente; lamentablemente.

En esta dirección, la dignidad humana, como principio ético universalista que sostiene a los ODS es inherente a nuestra condición humana por ser personas, ni se vende ni se compra, no es transferible y no se pierde jamás, más bien, debemos luchar porque esta sea respetada y no aceptar ningún ultraje por parte de los poderes negadores de lo humano o por las posibles situaciones límites dehumanizantes de extrema de vulnerabilidad que podemos padecer como seres humanos durante nuestra existencia, como las que se revelaron para millones de personas en el mundo durante la crisis de la pandemia del COVID-19. Recordemos que para los más desposeídos se exacerbaron sus necesidades y valga puntualizar, las crisis no eximen del cumplimiento del universalismo ético que defiende la dignidad humana bajo toda circunstancia, sin excepción alguna, más bien nos llama a luchar con mayor entereza, coraje y areté.

Para especificar aún más, el universalismo ético nos compromete como Humanidad con los ODS, actuando en el respeto de los derechos humanos de todos los seres humanos y, más aún, de los más vulnerables implica, coloquialmente hablando, aplicar la regla de oro: no le hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti o, formulada en positivo, trata al otro como te gustaría que te trataran a ti o a los tuyos. Sin embargo, el universalismo ético va más allá de la regla de oro, pero la incluye, solo que se trata de una formulación más formal en términos filosóficos.

El universalismo ético que hemos expuesto con la definición de la dignidad humana tiene una importancia radical para que los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los derechos humanos sobre los cuales descansan tengan posibilidades reales de ser encarnados de facto por todos nosotros y en todos los aspectos de nuestra vida. Esto es así para que los ODS no corran el peligro de ser tan solo una “operación maquillaje” que “embellece palabras”, pero que no “ennoblece acciones” que, a fin de cuentas, de eso es de lo que se trata al comprometernos con los ODS y la dignidad humana: de lograr paso a paso un mundo más justo, humano, solidario y hospitalario porque nos hemos comprometido y empeñados en esa dirección con la formulación de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030.

Dicho de otro modo, y tal como estamos considerando en la actualidad, la ética cívica contemporánea basada en el universalismo ético de la dignidad humana vela, entonces, por la condición humana, por los Derechos Humanos, por aquello que nos humaniza y nos fortalece como seres humanos en sociedad más allá de la cultura o grupo social al que pertenezcamos y pretende, a su vez, como en Homero (aunque los poemas homéricos no son stricto sensu una reflexión ética filosófica, pero sí se perfilaba en ellos y sus héroes, la distinción entre el bien y el mal), trazar una línea entre lo deseable y aquello que no lo es, entre aquello que nos hace ser seres más excelsos y honorables de aquello que nos disminuye, entre aquello que nos dignifica y engrandece como personas y aquello que nos envilece y deshumaniza, como lo es, la sistemática violación de los derechos humanos de los más vulnerables.

Reflexionar sobre la dignidad humana como fundamento de los ODS dentro del marco del universalismo ético que hemos desarrollado en este escrito, es también discurrir sobre qué tipo de persona, individuo o sujeto queremos ser en nuestras praxis cotidiana, a su vez, qué tipo de sociedad, comunidad o Estado queremos edificar con los valores, principios y actitudes que reflexivamente apoyamos con nuestras acciones y con los proyectos que promovemos, no solo políticamente, sino en todos los ámbitos y esferas configuradoras del ethos social, véanse, justamente, los ámbitos familiares y profesionales, principalmente.

Los invitamos a seguir reflexionando sobre el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los derechos humanos y el universalismo ético que los sostienen y promueven, a su vez, sobre el reconocimiento paritario y recíproco que merecemos  de la dignidad humana entre todos los seres que conformamos la familia humana y, por lo tanto,  de la necesidad de cultivar desde el aula, valores como la solidaridad, el compañerismo, la compasión, hospitalidad y acogida (Ares, 2020) que son fundamentales para que la inclusión social de los más vulnerables sea efectivamente nuestro ideal regulativo hecho acción, en cada decisión y proyecto, tanto empresarial como social.

Concluimos que solo así, desde el universalismo ético que defiende la dignidad humana desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), podremos seguir personificando con convicción los Objetivos de Desarrollo Sostenible, favoreciendo, de este modo, la transformación de nuestro mundo desgastado, injusto con los más débiles y con inmensas desigualdades entre unos y otros y que somete a verdaderos actos de crueldad a aquellos que no pueden defenderse porque como sociedad no les hemos dado las posibilidades. En fin, hemos buscado, al discurrir sobre el universalismo ético, favorecer con nuestras reflexiones, el modelo de sostenibilidad de los ODS que defiende la dignidad humana y que nos garantiza cuidar, proteger, empoderar y reparar de los derechos humanos de los más vulnerables y no dejar, así, a nadie atrás.

 

Referencias bibliográficas:

Ares, A. (2020) Recreando la hospitalidad en un mundo diverso. En VERITAS, Nº 45 (abril 2020) pp. 19-38. https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/45745/ARES_HOSPITALIDAD_VERITAS_45_abril_2020.pdf?sequence=-1&isAllowed=y

Camps, V. (2017). Breve historia de la ética. RBA Libros, S.A.

 

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