Si lo de lograr un futuro mejor, en 2015, podía resultar un plan demasiado ambicioso, tras una pandemia -con más de 4 millones de fallecidos y 185 millones de contagiados en todo el mundo- parece que la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o, lo que es lo mismo, el proyecto más grande del mundo a favor de las personas, del planeta y de la prosperidad, tiene nuevos retos que afrontar.
El horizonte 2030 está la vuelta de la esquina y resulta más acechante para un mundo que se encuentra en pleno proceso de recuperación tras una batalla que aún no ha terminado y en la que se siguen gastando balas. La crisis sanitaria de la COVID-19 está teniendo un enorme impacto en todas las empresas, que se enfrentan a grandes incógnitas en un nuevo escenario marcado por la incertidumbre, la inestabilidad y el miedo a la no supervivencia, pero cuentan con el respaldo de un compromiso global con una Agenda mundial a la que dar respuesta.
La pandemia ha generado también cambios en los hábitos, preferencias y expectativas de los consumidores y una clara situación de emergencia social. En el entorno empresarial, la pandemia ya ha tenido consecuencias importantes, como el cambio de prioridades en la estrategia; los nuevos modelos de trabajo: teletrabajo y trabajo flexible; la RSC como factor de competitividad y de diferenciación y de visibilidad y como forma de conectar con las expectativas de la sociedad y crear valor; la recuperación de la acción social como parte de la actividad empresarial, la transparencia y la comunicación como herramientas necesarias frente a la incertidumbre y el pesimismo; y el posicicionamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como parte de la estrategia, prestando especial atención a las alianzas para alcanzar los ODS y a la salud y bienestar; la igualdad de género; el trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructuras; producción y consumo responsables; y la acción por el clima.
Las empresas han hecho -o deberían estar haciendo- un ejercicio interno para reconsiderar posiciones y objetivos en un contexto muy cambiante. ¿Y cómo afrontar ahora nuevos retos?: Debe volverse al inicio, pero sin partir de cero. Tenemos experiencia. Solo tienen que preguntarse: ¿cómo podemos volver a aportar?. La pregunta ya se la hicieron con la aprobación de la Agenda 2030. Así sucedió en Metro, por ejemplo, donde comenzamos por analizar uno por uno los 17 objetivos y sus 169 metas y los cruzamos con todos los proyectos, planes, iniciativas y acciones que, o bien se habían desarrollado o podían ponerse en marcha. La conclusión fue que más de 20 proyectos contribuían directamente a la consecución, quizá de forma modesta, de alguno de estos objetivos y de sus metas.
Optamos por aprovechar la oportunidad que nos brindaban para hacerlos nuestros y comenzar a hablar en el mismo idioma que otras grandes empresas y, sobre todo, aprovechamos la oportunidad de mejorar: ya que estos objetivos marcaban una senda de retos y desafíos en los que no habíamos reparado hasta entonces. Metro ya, de por sí, es sostenible, por su propia naturaleza: una empresa pública que ofrece un servicio de carácter público, además un servicio esencial, que lo hace bajo tierra y sin hacer uso de combustibles fósiles, por lo que no contamina. Además, genera empleo y crecimiento económico (donde hay un acceso a Metro, hay negocios, hay trabajo) y contamina menos que el vehículo privado.
Teniendo esto ya como base, es fácil que de forma voluntaria, o de forma sosteniblemente conscientes, trabajemos a favor de los ODS y del desarrollo sostenible. Pero siempre hemos sido conscientes de que no podemos dar palos de ciego. El negocio de Metro es el que es: nos dedicamos al transporte. Debemos focalizar nuestros esfuerzos y priorizar. Porque, a pesar de que la movilidad sostenible es una herramienta transversal para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, su relevancia destaca especialmente en el Objetivo Número 11: Ciudades y Comunidades Sostenibles. El ODS en el que Metro, por su actividad, debe focalizar sus esfuerzos.
Sin olvidar otros objetivos, como el ODS 8 (sobre empleo y crecimiento económico), el ODS 9 (que apuesta por infraestructuras resilientes e innovadoras), el ODS 13 (lucha contra el cambio climático) el ODS 7, sobre energía no contaminante o el ODS 10, que busca reducir las desigualdades. Y ahora, tras la hecatombe provocada por la pandemia de la COVID-19, nos hemos vuelto a plantear la pregunta y ha surgido otra prioridad, la contribución al ODS 3.
Ante esta situación, Metro trabaja en el I Plan de Gestión Responsable estará integrado en el plan estratégico general y que define las líneas de trabajo y proyectos orientados a desarrollar por la compañía en el marco de la sostenibilidad en los próximos años, que estarán marcados por la recuperación. Este plan establece la forma de trabajar de manera transversal y las iniciativas estratégicas relacionadas con la responsabilidad social y los asuntos en materia ética, económica, ambiental y social identificados como relevantes por los grupos de interés, atendiendo a las nuevas necesidades de la sociedad tras la crisis de la COVID-19 y alineado con los ODS.
Así, Metro pretende contribuir a la creación de un modelo de movilidad más sostenible en la Comunidad de Madrid, para lo que apuesta por una gestión ética y responsable, compromiso que establece como su propósito.Se articula en torno a las tres dimensiones sobre las que se asienta la Política de Responsabilidad Corporativa (RC) de Metro de Madrid: negocio responsable, cultura inclusiva y gestión medioambiental y está siendo elaborado teniendo en cuenta las necesidades sociales y ambientales así como las tendencias surgidas tras la crisis sanitaria de la COVID-19.
Este nuevo escenario, junto a los retos globales de los ODS y el propósito de aportar valor al propio negocio de Metro -tras el impacto de la crisis-, han marcado la definición de cinco líneas estratégicas con 10 planes de acción, que están orientados a contribuir a la sostenibilidad (desde lo más local, pero con una visión global) y a los ODS, especialmente al ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), en el que nosotros ponemos el foco y al que contribuimos prestando un servicio público de calidad con instalaciones cada vez más accesibles. Pero la actividad de Metro impacta también sobre otros ODS:
Además, estamos reforzando todos aquellos planes y acciones que tienen que ver con la salud y la protección de nuestros empleados y de nuestros clientes (ODS 3).
Metro trabajará en los siguientes planes de acción:
Todos estos proyectos tienen algo en común: crean valor a largo plazo porque tienen un impacto social (mantienen o mejoran el bienestar de las personas -empleados o clientes-); tienen un impacto ambiental, al garantizar el cuidado del entorno y protegerlo; y aportan rentabilidad desde el punto de vista social, ya que garantizan la viabilidad económica, manteniendo o mejorando la economía del entorno.
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