La verdad que no sé cómo condensar unas palabras para Jordi. Es que no sé, si he admitido que se ha marchado, que vuela alto, que no está en Madrid, sino en su cielo. Porque además de palabras, sobre todo tengo tantos, tantos hechos con él, por no decir todos los trascendentales en mi vida, y de su vida: en los últimos 14 años los hemos compartido todo.