A lo largo de nuestra vida vamos acumulando pertenencias y objetos de todo tipo. Muchos de ellos los utilizamos en un momento dado y después los dejamos arrinconados en algún lugar recóndito de un armario, o en el trastero, porque ya no nos sirven: equipamiento de un deporte que ya no practicamos, muebles y complementos decorativos que no responden a nuestros gustos actuales, libros ya leídos, dispositivos eléctricos y electrónicos que hemos sustituido por otros más modernos… Por no hablar, en el caso de las familias con niños, de ropa, juguetes y elementos varios cuya etapa de uso ya ha finalizado para ellos.