Ya se empieza a hacer eco en la sociedad española de las corrientes ecónomicas cuyo objetivo es servir a las personas y al planeta. De entre ellas, las cuatro más conocidas por la población española serían las finanzas éticas, la economía verde, la economía colaborativa y la economía social y solidaria.
El Informe "Otro consumo para un futuro mejor" de OCU y NESI Global Forum analiza los patrones de comportamiento de los consumidores para tratar de averiguar el impacto que tienen la ética, la sostenibilidad y el medio ambiente a la hora de adoptar sus decisiones de compra, así como su conocimiento acerca de los modelos de la nueva economía (circular, colabortiva, verde,colaborativa, social y solidaria, feminista, finanzas éticas etc.), a qué barreras se enfrentan y cuáles son las expectativas que depositan en sus decisiones de consumo para que contribuyan a mejorar el mundo.
Tras encuestar a 1.284 personas de la población española, los resultados desprenden que el 73% de los españoles ya toma decisiones de consumo por motivos éticos o de sostenibilidad. Además, el 62% de los españoles cree que su consumo es una herramienta muy potente para cambiar el mundo y el 57% se siente identificado con los mensajes de las nuevas economías al servicio de las personas y del planeta, a pesar de que la mayoría de ellos aún no conoce del todo bien estas iniciativas.
Uno de los descubrimientos más importantes de este estudio es que las personas más activas en las nuevas economías adoptan de manera sistemática hábitos y decisiones de consumo más sostenibles que las que no lo son. Se demuestra que existe correspondencia directa entre ideas y hechos: a más conciencia de los problemas, más hábitos de consumo sostenible se adoptan. Un patrón que se reproduce para todas las corrientes y en todos los sectores.
Aún así existen dilemas a la hora de elegir de forma ética y ecológica, el estudio revela que los consumidores que están receptivos a consumir de manera más sostenible se enfrentan a barreras como la falta de información (60%), el precio (58%), la accesibilidad (54%) o incluso la dificultad para encontrar empresas responsables (52%). Por lo tanto, los ciudadanos son "conscientes de que la coherencia completa es muy complicada, porque hay muchas cosas que desconocemos, a veces hay información contradictoria y en ocasiones se dan conflictos entre intereses opuestos", resalta el informe.
Entre los obstáculos destacadados a la hora de llevar un consumo sostenible, identifican la sociedad del hiperconsumo como una de las principales barreras para un consumo sostenible, el precio más alto de las opciones ecológicas, la falta de tiempo para ir a tiendas pequeñas especializadas y la falta de alternativas percibidas como “genuinamente responsables”. En cuanto al precio, a pesar de que a menudo las opciones certificadas como más éticas, bio o eco, son más caras, el 10% de los encuestados reconoce que estaría dispuesto a pagar un sobrecoste sin condiciones y para cualquier tipo de producto. Este porcentaje se amplía ligeramente si ese sobreprecio es pequeño (36%) o si se trata de productos específicos y que se refieren a cuestiones con las que están especialmente sensibilizados (24%).
Por lo tanto concluir que, efectivamente, se puede vivir bien consumiendo menos y mejor. La sociedad española espera que para ello se desarrolle un consumo que combine una demanda consciente con una oferta responsable, lo que implica la necesidad de información veraz, en combinación con más alternativas conocidas, visibles y accesibles. Además se aboga por reducir el hiperconsumo y buscar la felicidad real basada en las relaciones personales y una vida con propósito, en contraposición a la acumulación de cosas materiales que nos proponen desde la publicidad
"Otro consumo para un futuro mejor" no es otra cosa que conseguir el equilibrio del poder entre las grandes empresas y la ciudadanía, creando comunidades más resilientes al adoptar un rol más activo que el actual, a que se involucre en actividades colectivas de consumo como cooperativas, grupos de compra, comunidades de intercambio, etc. Y que a través del consumo local pueda contribuir a regenerar el tejido socioeconómico de sus comunidades.
Una correcta actuación de las empresas y las administraciones públicas puede ayudar a reducir estas barreras y acelerar el consumo sostenible a gran escala, porque los consumidores ya son receptivos a él.