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En las reuniones en las que nos juntamos amigos y amigas está prohibido hablar de quién la tiene más grande: a ellos no les gusta que se saque el tema, les genera dolor e incomodidad. En cambio, cuándo estamos las mujeres a solas podemos expresar con naturalidad lo grande que la tenemos; abiertamente exponemos cómo nos ha ido creciendo, reconocemos el gran esfuerzo que nos ha supuesto y los dilemas morales que nos han acorralado contra un muro sociocultural pegajoso. Iker me dice: “me da mucha vergüenza que mi mujer la tenga mucho más grande”. Así sucede cada vez más frecuentemente: muchas mujeres tienen la nómina más grande que ellos.
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