Toda crisis es una oportunidad para ser un poco peores. La crisis energética, la post-pandemia, la contaminación, el calentamiento global, la escasez alimentaria. Todo son excusas perfectas para la búsqueda del beneficio a toda costa, porque los tiempos están muy difíciles, y las florituras y los adornos nos pueden salir muy caros. Es una cuestión de supervivencia. Hacer que prime la ética sobre la rentabilidad puede ser mortal. El anterior puede parecer un discurso irónico, pero, lamentablemente, no lo es para todos. Es un discurso que roza la realidad para mucha gente y que le parece sensato y realista a mucha otra. Quizás la última frase pueda sonar más dura, pero temo que refleja el sentir de muchas empresas. Y si no el sentir, sí el actuar.