Ya no caben dudas de que la sostenibilidad es un buen negocio para todos. Numerosas investigaciones muestran que los criterios ESG implican un impacto positivo en la sociedad, el medioambiente y el buen gobierno de las empresas, a la vez que suponen una palanca de crecimiento sostenible para el sector privado. Además, se han convertido en la corriente principal de los inversores y existe una relación positiva entre las puntuaciones ESG y los rendimientos de las acciones.
Si bien hace algunos años las iniciativas vinculadas a la sostenibilidad no eran muy frecuentes en la mayoría de las empresas, el panorama ha cambiado: actualmente el 88% de las empresas que cotizan en bolsa cuentan con algún tipo de programa ESG. Un dato que pone de manifiesto los esfuerzos de las organizaciones por avanzar hacia un modelo de crecimiento más inclusivo y sostenible, que deje atrás la pobreza.
Con el objetivo de debatir sobre estos temas, ayer, jueves 18 de mayo, tuvo lugar el acto “ESG: palanca para la inclusión financiera y el emprendimiento”. El encuentro, que ha contado con la presencia de responsables de diferentes organizaciones, ha sido moderado por Ana Sainz, directora general de la Fundación SERES: “Llevamos 14 años apostando por un modelo de empresa que demuestra que es posible obtener beneficio económico a la vez que se genera un impacto positivo relevante y sostenible en la sociedad. Los factores ESG son componentes estratégicos importantes que impulsan los resultados financieros. Integrarlos en las organizaciones es la mejor herramienta de gestión de riesgos y optimización de oportunidades a largo plazo”.
Durante su intervención, Pilar Garrido Gonzalo, directora de Cooperación para el desarrollo de la OCDE señaló que: “A medida que afrontamos los desafíos del cambio climático y los ODS, necesitamos inversiones más sostenibles. Debemos apoyar a los países en desarrollo para que aprovechen los instrumentos relacionados con los ESG, como los bonos verdes, sociales y sostenibles. La OCDE se compromete a ayudarles a utilizar los flujos oficiales para movilizar financiamiento privado, aprendizaje e intercambio y a garantizar que los instrumentos relacionados con estos indicadores, cumplan con estándares de calidad y logren un impacto en el desarrollo”.
Por su parte, sobre el crecimiento empresarial sostenible, Rafael Campos, CFO de la marca de ropa Ecoalf, ha asegurado: “Hemos visto que las decisiones que eran buenas para el medioambiente acabaron en el largo plazo siendo buenas para nuestro negocio, si bien en el corto, no siempre han sido las más rentables. Por eso creemos que las compañías ESG deben ser entendidas y evaluadas con criterios ligeramente diferentes al resto”.
Javier M. Flores, CEO de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), ha explicado cómo la fundación aplica los criterios ESG: “Tenemos una estrategia de sostenibilidad medioambiental interna y externa. Creamos productos y servicios específicos para hacer a nuestros emprendedores más resilientes y para que sus negocios sean más respetuosos con el medioambiente. La dimensión social forma parte de nuestra razón de ser, por nuestro propósito de promover el desarrollo sostenible e inclusivo de personas con pocos recursos en Latinoamérica. Asimismo, contamos con un marco de gobernanza diseñado para velar por su cumplimiento, en línea con unos valores éticos y un código de conducta para nuestros más de 8.000 empleados que fomenta la diversidad, la igualdad y las mejores prácticas laborales”. Sin embargo, la adopción de los ESG en las microfinanzas está todavía en una etapa incipiente y queda mucho por hacer para asegurar que la sostenibilidad sea una parte integral de este sector en América Latina.
Con el objetivo de robustecer la medición de los criterios ESG y su beneficio en la sociedad, la FMBBVA, con la colaboración de Boston Consulting Group (BCG), ha elaborado el informe “La inclusión financiera a través del emprendimiento en Latinoamérica”.
Algunos de los datos más relevantes del informe muestran que:
En su presentación, Giovanni Di Placido, director de Research de la FMBBVA, ha manifestado que “se requiere una inversión de 4 billones por año para cerrar las principales brechas y construir un mundo más inclusivo y sostenible en los próximos 10 años, aunque la demanda de inversiones que combinan el rendimiento financiero con el impacto social o ambiental, ya está creciendo”.
Finalmente, Ramón Baeza, managing director senior partner de BCG Madrid, ha resaltado que la inclusión financiera aporta un enorme beneficio social: “El acceso de los más vulnerables a los mercados financieros es una forma de crecimiento que beneficia a toda la sociedad. Disponer de un crédito para emprender permite que las ideas se pongan en marcha. De otra manera el emprendedor debe ahorrar hasta conseguir capacidad financiera para empezar. Y, en muchas ocasiones, esto no llega a ocurrir”.