
El pasado 5 de junio se celebró el Día Mundial del Ambiente, un buen día para para contestar el llamado de la reflexión. Distintos sectores de la sociedad aprovechan esta ocasión para poner bajo foco las múltiples problemáticas ambientales, evaluar las soluciones implementadas y pensar cómo las prácticas empresariales y de consumos actuales pueden impactar en la construcción de un futuro más sostenible.

Como cada 8 de junio, nos disponemos a celebrar el Día Mundial de los Océanos, declarada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 5 de diciembre de 2008, para reconocer la importancia de éstos en el equilibrio del Planeta y la vida de todos los seres vivos. Y se trata de una conmemoración muy especial para este 2024, al encontramos inmersos en plena Década Oceánica (2021-2030), declarada por la UNESCO el 5 de diciembre de 2017.

La lucha contra el hambre, la desnutrición y la seguridad alimentaria no está ganada y los productos del mar juegan un papel fundamental en el reto de alimentar, de manera sostenible y nutritiva, a toda una población mundial creciente. Los llamados alimentos azules (unas 2.500 especies de pescado, marisco y algas los procedentes de los ríos y mares que son capturadas o cultivadas para nuestra alimentación) son una fuente muy importante de proteínas, vitaminas (como la vitamina A, B12 o la D) y minerales (hierro, Iodo, fósforo, entre otros), tanto más cuanto mayores son los niveles de desnutrición y pobreza de los países, puesto que representa una proteína económicamente más accesible.