
La transición hacia una economía más sostenible ha llevado a la Unión Europea a desarrollar un marco normativo exigente en torno a la información sobre sostenibilidad. Las Normas Europeas de Información sobre Sostenibilidad (las NEIS o ESRS, por sus siglas en inglés) son un paso crucial en este proceso.

En el contexto global actual, marcado por la crisis climática, la sostenibilidad ya no es solo una opción; es una necesidad estratégica para cualquier empresa que quiera perdurar y prosperar. Desde mi experiencia acompañando a empresas en sus transiciones hacia modelos más sostenibles, he visto cómo los comités de dirección y boards empresariales deben asumir un rol proactivo en la transformación de sus modelos de gobernanza. Pero la pregunta crucial es: ¿están realmente preparados para liderar este cambio?

Ha sido uno de los temas estrella de platós de TV y de radio y, por qué no decirlo, de los populares chiringuitos durante estos últimos meses: los efectos del sobreturismo no pasan inadvertidos para nadie y se hacen notar en las localidades que acogen a los ociosos visitantes.

Con el fin del verano, cada 16 de septiembre, llega el “Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono”, un recordatorio que nos advierte la importancia de proteger este escudo natural que permite la vida en la tierra.

Hace veinte años, un grupo de personas comprometidas con la necesidad de repensar el concepto de creación de valor empresarial se unió para formar el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa. Nacido de la convicción de que las empresas deben asumir un rol social más allá de sus beneficios financieros, este espacio ha trabajado incansablemente para visibilizar las brechas entre el discurso y la realidad en la RSC, así como para promover un marco regulatorio que priorice la sostenibilidad y los derechos humanos en el entorno empresarial.

Esta práctica no es solo una expresión de solidaridad, es una herramienta poderosa que impulsa el bienestar social, fortalece a las organizaciones y transforma la vida de quienes participan. En un mundo lleno de desafíos, ser voluntario es una forma vital de generar impacto positivo en la comunidad, las empresas y las instituciones educativas. Descubre por qué el voluntariado es clave en la construcción de un futuro más justo y comprometido.

Vivimos un momento donde las empresas están volcadas en sacar adelante el reporting de la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), ¡con más de 1.720 requerimientos! Todo un reto informativo. El peligro reside en que nos quedemos en esto, en reportar, en marcar como completado.
¿Cómo evitarlo? A la sostenibilidad hay dos formas de llegar: “por las malas”, obligados por el marco regulatorio, o “por las buenas”, por convencimiento.

El enfado, una emoción universal y a menudo malentendida, se ha convertido en el centro de un debate que va más allá de lo personal y alcanza lo colectivo. Mientras algunos lo ven como una herramienta de denuncia y cambio social, otros lo desprecian en favor de un optimismo superficial. Sin embargo, como ya señalaba Aristóteles, enfadarse bien es un arte y, hoy más que nunca, es también un acto de responsabilidad social. En un mundo donde las injusticias siguen asolando a los más vulnerables, el enfado informado y dirigido puede ser la chispa que impulse transformaciones profundas.

En un mundo cada vez más fracturado y polarizado, donde los conflictos bélicos y las crecientes desigualdades sociales, económicas y de género erosionan los principios de justicia y equidad global, la cooperación internacional emerge como una herramienta esencial para frenar estas dinámicas destructivas. En el contexto de una geopolítica cada vez más violenta y excluyente, urge replantear y fortalecer el sistema de cooperación, no solo como un acto de solidaridad, sino como una obligación moral y estratégica para garantizar un futuro más justo y sostenible para todos.

En un mundo cada vez más globalizado y homogeneizado, el activismo por la cultura emerge como una necesidad imperiosa para preservar nuestra identidad, fomentar la diversidad y promover el desarrollo económico y social. Exigir el derecho de ejercer y aplicar el activismo cultural es una apuesta por un futuro donde la riqueza de nuestras diferencias sea el fundamento de nuestra cohesión.