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Humanismo para una formación fecunda del profesional (I)

-Origen inmediato de esta reflexión.

La presente meditación se ha gestado en un marco definido: el de mi participación en el seminario interno y permanente de investigación sobre Ética, Responsabilidad Social de la Empresa, Sostenibilidad y nuevos modelos de negocio, promovido desde la Cátedra Iberdrola de Ética Económica y Empresarial de Comillas-ICADE. La causa directa se halla en que, en este foro, se me proporcionó, para la reflexión y el análisis, un texto de gran peso y enjundia, en orden a la consideración del valor de las Humanidades en la formación en nuestro tiempo de los futuros profesionales. Se trata del ensayo “Integración cultural: transciencia o convergencia”[1].

-Una síntesis personal del texto.

El texto aportado constituye un documento valioso que señala en una dirección que estima como necesaria e imprescindible: la cooperación mutua entre las diversas disciplinas o áreas del conocimiento. Esto lo realiza apelando a esta tendencia en el ámbito científico anglosajón y en especial en EE.UU., mencionando diversas experiencias y reflexiones.

Además, cabe subrayar que presenta como modelo de este esfuerzo la inter-relación científica y multidisciplinar denominada con el término STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas). Las nociones clave que, a mi juicio, maneja para esto son: “interdisciplinariedad (como encuentro entre varias disciplinas, e IID como investigación interdisciplinar); así como “trans-ciencia” o convergencia (en cuanto un paso aún más lejos en esta dirección; ello, hacia el encuentro en cuyo seno se fusionan ideas y se integran disciplinas generando una disciplina novedosa, gracias al mestizaje o hibridación entre ciencias especialmente decisivas de cara a afrontar la complejidad y otros desafíos futuros). Finalmente, acude también a la idea de una “Big History” u omniscópica (una mega-historia o historia no de lo humano solo, sino de la vida y del cosmos o universo en su conjunto).

Mi crítica: el protagonismo corresponde a la realidad y a las personas

A mi juicio, desde una atenta y agradecida consideración del texto mencionado, debe acordarse con él en que las disciplinas o áreas del saber han de encontrarse y fecundarse entre sí, para proyectarnos mejor hacia el futuro. Ello me parece indudable, tal como se constata ya en diversos foros[2] o como anticipara Ortega en su crítica del reduccionismo de la super-especialización[3].

Ahora bien, el protagonismo de este afán, desde mi propia perspectiva, no puede cifrarse en los métodos o sistemas formativos, ni en los estilos o culturas de las organizaciones e instituciones, ni siquiera en los planes, las estrategias y las políticas culturales o educativas. Este debe cifrarse en los sujetos mismos y en su insubstituible curiosidad o afán de saber, orientado por su anhelo de buscar y configurar formas fecundas de unidad con la realidad y con los otros.

Así, es cierto, tal como denuncia el texto, que quienes practican lo inter-disciplinar sufren agudas incomprensiones, pues la hiper-especialización y categorización a menudo se entienden como exclusión o separación y se descalifica a los que combinan saberes, al rechazar estos el querer fracturarlo todo en islas estancas incomunicadas. Por eso, hay que fomentar una cultura cada vez más integradora, abierta y flexible. Mas, aun con esto, antes que nada, tenemos que captar y advertir otro hecho, un dato decisivo. Se trata de tomar conciencia –tanto los sujetos como las organizaciones- de que, verdaderamente, el fundamento próximo de ello puede situarse en el necesario afrontamiento de los problemas concretos; o sea, en la vida misma. Sucede de este modo porque la vida y sus problemas o retos, en su concreción, precisan siempre del concurso de perspectivas diversas y, a la par, integradas. Ello, de cara a su mejor comprensión y solución.

Ahora bien, lo anterior –el enfoque al problema determinado- requiere formar o educar en un cuerpo integrado de materias, intereses y aspectos. ¿Por qué? Pues, ante todo, a causa de los distintos aspectos o dimensiones que convergen y se entrelazan en cada realidad que nos desafía, en cuanto reto o cuestión complejos que hemos de enfrentar o incluso resolver. No hay enfermedades, sino enfermos, repite la medicina humanista, practicada por médicos a su vez humanistas, capaces de enfocarse desde esa base a la persona concreta, como enseñó Marañón[4]; pues, parafraseando esta certera máxima, cabe reconocer que no hay tanto temas o materias en abstracto que dilucidar, sino preguntas, situaciones y encrucijadas vitales, existenciales, que surgen en lo cotidiano, en un tiempo y espacios concretos, y que se plantean a sujetos reales y definidos, no puras entelequias o disciplinas genéricas. La experiencia del trabajo profesional y organizativo corrobora esta aseveración.

-Más allá del modelo STEM.

A causa de lo anterior, no debe reducirse este esfuerzo en favor del Humanismo solo al modelo formativo STEM. También, hay que introducir en este plexo áreas como las Artes, la Psicología, el Derecho y todo lo vinculado al lenguaje…, pues fecundan o fertilizan estas convergencias. Quien esto escribe, por brindar simplemente una muestra, se halla integrado en un grupo investigador rotulado como de “Bio-estética”, en el que se promueve el valor de la vida junto al de la salud a través de lo estético, del Arte y de la belleza. Ahora bien, el fundamento de esto no se limita a lo superficial o epidérmico de unas posibles relaciones ocasionales entre áreas. Obedece, en cambio, a que, en lo más hondo, lo estético tiene que ver con lo lúdico y, en su significado más profundo, con lo creativo, con lo gratuito, con el Humanismo del don.

-En busca de la unidad de la vida.

Todo lo precedente, nos conduce a reconocer una evidencia en la formación integral, incluida la que se proyecta sobre la esfera de lo laboral: y es que hay que superar de una vez la escisión entre las Letras o Humanidades y las Ciencias empírico-matemáticas. Para esto, la universidad y otros ámbitos de enseñanza –como el organizacional y el de la formación continua- representan los ámbitos por excelencia donde procurarlo. De hecho, a este respecto, aquí, deseamos destacar la oportunidad extraordinaria que ofrecen en todo ello la empresa y el mundo del trabajo o de la profesión, pues estos demandan natural y diariamente un compromiso efectivo y de facto con lo humano y el Humanismo. No la desaprovechemos con la obsesión de dividirlo todo en compartimentos o cajones estancos. López Quintás ha insistido en el carácter “relacional” de todo lo real y, ante todo, del mismo ser humano, quien está hecho y llamado, desde su génesis, para la relación y el encuentro[5]. Esto, por supuesto, también sucede en el seno de lo profesional, donde establecer una adecuada relación con cuanto nos rodea y acertar a vincularnos con los otros resulta una cuestión “vital” (como muestran la teoría de los “stake holders” o la concepción sistémica de la empresa, por ejemplo). Y, en cualquier caso, lo queramos o no, la realidad y las personas escaparán al cabo siempre, como la propia vida organizativa y laboral, una y otra vez, a esos estériles esquematismos, a esas rigideces abusivas que en su afán de separar y aislar los diferentes elementos no hacen más que esclerotizarlo todo.

-Fuentes:

AA. VV., Ciencia transdisciplinar en la nueva era, editor Edgar Serna M., Medellín, Instituto Antioqueño de Investigación, 2022.

García Barreno, P. R., “Integración cultural: transciencia o convergencia”, Real Academia de Ciencias y Real Academia Española.

López Quintás, A., Estética de la creatividad, Rialp, Madrid, 1998.

Marañón, G., Vocación y ética y otros ensayos, Espasa, Madrid, 1982.

Ortega y Gasset, J., Misión de la universidad, Cátedra, Madrid, 2015.

Ortega y Gasset, J., Qué es filosofía, Espasa, Barcelona, 2012.

 

[1] “Integración cultural: transciencia o convergencia”, Pedro R. García Barreno (MD, PhD, MBA, de la Real Academia de Ciencias y de la Real Academia Española).

[2] Ciencia transdisciplinar en la nueva era, AA.VV., editor Edgar Serna M., Medellín, Instituto Antioqueño de Investigación, 2022.

[3] Ortega y Gasset, J., Misión de la universidad, Cátedra, Madrid, 2015.

[4] Vocación y ética y otros ensayos, Marañón, G., Espasa, Madrid, 1982.

[5] Estética de la creatividad, A. López Quintás, Rialp, Madrid, 1998.

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