En junio del año 2022, tuvo lugar en Madrid la V edición de los Premios de Investigación en Ética Empresarial patrocinada por la Cátedra de Ética Económica y Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pontificia Comillas (Comillas ICADE) y Bankinter Consumer Finance. En esta ocasión, el primer premio se otorgó a tres mujeres Clara Gallego Sosa, Milagros Gutiérrez Fernández y Yakira Fernández Torres, de la Universidad de Extremadura, por su trabajo “Apuesta por la sostenibilidad del gran sector bancario europeo y su relación con la diversidad de género en el ámbito directivo. Una visión desde la agenda 2030”. En el acta del jurado queda plasmada “la calidad científica y la temática, que relaciona los aspectos clave vinculados a la sostenibilidad, los objetivos de desarrollo sostenible, el sector bancario y la diversidad”.
En este trabajo se analizaban 50 bancos europeos y la relación existente entre el papel de la mujer en los consejos de administración y el avance en los distintos pilares de la agenda 2030. Otra cuestión importante del citado trabajo y que merece la pena destacar, es que se observan diferencias entre las empresas que cuentan con al menos tres mujeres o un 30% de estas en sus consejos de administración y las restantes empresas, lo que valida la teoría de la masa crítica: el talento femenino se traduce en este caso en aportaciones positivas, mientras que en caso contrario pueden ser indiferentes.
Pero ¿qué se pide a las mujeres para formar parte de los consejos de administración? Podríamos hacer distinción entre las empresas grandes, cotizadas, las que forman parte del IBEX o las empresas no cotizadas, pero en este caso no pretendemos hacer una distinción detallada sino exponer las capacidades y experiencias requeridas por las empresas solicitantes.
Un requerimiento habitual de las grandes organizaciones y para las comisiones de auditoría es que la candidata proceda de una de las cuatro grandes empresas auditoras o que haya sido responsable de la auditoría interna de una empresa grande o cotizada, otro aspecto importante es que haya sido miembro del “C-level” es decir de la alta dirección de una organización.
Para el resto de organizaciones, se suelen requerir candidatas con perfiles más generalistas y pluridisciplinares, con buen conocimiento del negocio internacional. La experiencia y conocimientos en materias como Gestión de Riesgos, Compliance, ESG, RR.HH., tecnología o ciberseguridad aportan valor añadido a la candidatura.
En lo que hace referencia a las “Soft skills” o habilidades blandas cabe destacar la capacidad estratégica, que no debe confundirse con la capacidad de análisis, así como la buena reputación en el mercado, la capacidad de relación a todos los niveles, la humildad, la autoconfianza, la escucha activa y la independencia de criterio. En cuanto al ámbito social, es importante contar con una amplia red de relaciones externas.
Los criterios de selección deben tener en cuenta que para las mujeres todavía es difícil alcanzar puestos de responsabilidad en las organizaciones y por ello el número de mujeres directoras generales o consejeras delegadas es reducido. Las organizaciones deberían ampliar su enfoque y dar mayor importancia a la experiencia y conocimientos adquiridos en otras responsabilidades que no son las específicas de un consejero delegado y si relevantes para la organización. En este sentido parece que se empiezan a producir cambios en los enfoques, tanto por parte de las organizaciones como de las empresas de selección y alguna nueva consejera ha precisado que su elección era debida a su experiencia y conocimientos en ESG.
Otra cuestión relevante y a tener en cuenta, es el proceso previo a la incorporación de la mujer a los consejos de administración: la información, no sólo debe incluir lo que se refiere al negocio y a sus productos y servicios, sino también la cultura del consejo y las expectativas sobre el valor que pueden aportar las nuevas consejeras.
La incorporación de la mujer a los consejos es un primer paso, que en muchos casos sólo responde al cumplimiento de los requerimientos legales, pero el objetivo es conseguir que, tras su incorporación, alcancen una participación activa que les permita influir en la toma de decisiones y añada valor a la organización.
Para ello, es fundamental que los consejos de administración mejoren de forma sustancial su trabajo en equipo, que practiquen el liderazgo inclusivo frente a individualismos, que se potencie desde el inicio la participación de los nuevos consejeros o consejeras, que sean tolerantes con los distintos puntos de vista y con la ambigüedad, que todos los votos tengan la misma consideración, que tengan en cuenta la teoría de la masa crítica sobre el porcentaje de mujeres en el consejo y que anticipen tendencias para garantizar la sostenibilidad de la organización.
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