Sin embargo, esto no se consigue de cualquier manera. Para gestionar el talento con discapacidad, es necesario evaluar a fondo las características de nuestra cultura organizacional y preguntarnos si esta es realmente inclusiva, porque solo de esa forma, siendo inclusiva, se puede transformar la percepción sobre el empleo de personas con discapacidad, creando ambientes laborales más abiertos, colaborativos y accesibles.
Antes que nada, debemos comenzar por entender qué es una cultura organizacional inclusiva. Esta se trata de un conjunto de valores, prácticas y políticas que promueven la diversidad y la inclusión en todos los niveles de la organización. Es decir, una cultura inclusiva no solo celebra las diferencias, sino que también busca activamente eliminar las barreras que impiden la plena participación de todos los trabajadores en la empresa.
Una vez situados en el contexto, es importante comprender que la contratación de personas con discapacidad es uno de los pilares fundamentales de una cultura organizacional inclusiva, sí, pero que esta tiene que ser una contratación de calidad, lo que implica que para que sea efectiva, es necesario ir más allá de las meras cifras y estadísticas. En este sentido, en Fundación Randstad tenemos la convicción de que es crucial crear un entorno en el que las personas con discapacidad se sientan valoradas y apoyadas, y donde puedan desarrollar realmente todo su potencial. Esto supone no solo adaptaciones del puesto de trabajo, sino también una apertura y respeto a las situaciones diferentes de todos los miembros de la organización.
Y es justo en este punto en el que la cultura organizacional no solo pasa a beneficiar verdaderamente a las personas con discapacidad, sino que enriquece a toda la organización, fomentando la creatividad, la innovación y la colaboración. Allí comienza a tener un valor real.
Un ejemplo claro de cómo una cultura empresarial inclusiva puede transformar la percepción sobre la contratación de personas con discapacidad lo encontramos en las políticas apropiadas de reclutamiento y selección. Esta es la base de una buena contratación. Así, es vital que dichos procesos sean transparentes, equitativos y que estén al alcance de todos; lo que pasa por adaptar las entrevistas y pruebas de selección con el fin de que sean accesibles para personas con diferentes tipos de discapacidad, así como formar a los responsables de recursos humanos en temas de diversidad e inclusión. Esto puede cambiar por completo la experiencia del entrevistado dotándole de la seguridad necesaria para poder mostrar su talento a plenitud.
También son claves los programas de desarrollo y capacitación específicos para personas con discapacidad, que además de centrarse en el desarrollo de habilidades técnicas, deben poner el foco en el fortalecimiento de habilidades blandas, como la comunicación y el trabajo en equipo.
Otro punto importante que, en este caso, compete a todo el equipo es la sensibilización y la formación continua de los empleados en temas de diversidad e inclusión. Es indispensable que cada miembro de la organización esté dispuesto a contribuir con la creación de un entorno de trabajo respetuoso y acogedor para todos. Esto puede lograrse a través de talleres, seminarios y campañas de concienciación que fomenten una mayor comprensión y empatía hacia las personas con discapacidad.
Mediante estas palancas, se construye una cultura organizacional inclusiva con un impacto positivo en la experiencia de las personas con discapacidad a lo largo de su vida laboral y que, a su vez, puede cambiar la experiencia del resto de los trabajadores dando como resultado equipos sólidos, diversos, capaces de adaptarse con empatía a las necesidades de los demás y de aunar esfuerzos para conseguir objetivos sin dejar a nadie atrás. Conseguir esto es lograr la verdadera inclusión; y en Fundación Randstad acompañamos a las empresas para conseguirlo.