
El Informe España 2025, elaborado por la Cátedra José María Martín Patino con el apoyo de la Fundación Ramón Areces, dibuja un panorama marcado por profundas transformaciones en vivienda, desigualdad, valores y estructura demográfica. Según informa Comillas, el documento revisa cuatro décadas de cambios acelerados y pone el foco en aquellos indicadores que revelan que España “atraviesa un cambio de época”.
Uno de los capítulos más contundentes es el dedicado a la precariedad que afecta a la juventud. La publicación constata que los menores de 35 años destinan, de media, el 92% de su salario al pago del alquiler, un esfuerzo económico que sitúa la emancipación en los 30,4 años, muy por encima de la media europea (26,3). Además, solo el 27% de los jóvenes es propietario de su vivienda, frente al 58% que lo era en 2017. La oferta de alquiler social continúa siendo residual: apenas un 3,3% del parque habitable.
El estudio también alerta del impacto del turismo sobre el acceso a la vivienda y la sostenibilidad ambiental. Comillas subraya la “insostenibilidad del modelo” actual, marcado por el auge de la vivienda turística y la saturación en destinos urbanos y costeros. Ante ello, propone avanzar hacia un turismo que reparta beneficios de manera más equitativa y reduzca las tensiones sociales.
Otro de los ejes económicos gira en torno a la concentración de riqueza y las herencias, que equivalen ya al 10% del PIB. El 10% más rico acumula el 56,6% de la riqueza nacional, mientras los hogares jóvenes pierden poder adquisitivo: su renta mediana se ha desplomado un 21,7% en dos décadas, en contraste con el incremento del 35% registrado entre los mayores de 75 años. El desempleo juvenil con estudios superiores se sitúa en el 6,9%, uno de los porcentajes más elevados de la UE.
El Informe España 2025 también identifica una clara aceleración del proceso de secularización. Según detalla Comillas, quienes se declaran sin religión han pasado del 13,2% en el año 2000 al 40% en 2024, alcanzando el 60% entre la población joven. Los católicos practicantes se estabilizan alrededor del 15–20%, mientras los matrimonios religiosos caen de forma abrupta: del 76% en 2000 al 19% en 2022. Este descenso convive con un aumento del pluralismo religioso, que ya representa el 10% de la población: 2,2 millones de personas musulmanas y 1,5 millones de protestantes y ortodoxas, según el informe.
El exministro de Universidades Joan Subirats firma uno de los capítulos más analíticos del informe. En él advierte de una erosión democrática alimentada por la policrisis actual —climática, económica, social y tecnológica— y por la creciente tecnocratización de las políticas públicas. Según recoge el Informe España, Subirats sostiene que la digitalización y la inteligencia artificial están amplificando desigualdades, desplazando debates hacia actores privados y debilitando la legitimidad institucional. Ante esta deriva, propone reforzar la ciencia aplicada a las políticas públicas y crear laboratorios de innovación social, recordando que “sin una integración real de la ciencia y la participación ciudadana, la erosión democrática se profundiza”.
El documento también examina cómo las redes sociales moldean la experiencia migratoria. Tal como señala Comillas, el 96,3% de las personas migrantes accede a estas plataformas desde el móvil, convirtiéndolas en herramientas para planificar viajes, mantener vínculos y buscar empleo. Sin embargo, los riesgos son elevados: el 87% de los contenidos sobre migración que circulan en redes son falsos, alimentando discursos de odio.
Cecilia Estrada, directora de la Cátedra de Refugiados Forzosos de Comillas y autora del capítulo, alerta de que estas plataformas pueden acelerar la integración cultural, pero también reforzar la segregación digital. Reclama mayor alfabetización digital, protección de datos y regulación de contenidos para combatir la manipulación informativa y avanzar hacia “una gobernanza inclusiva y justa”.
Finalmente, cabe destacar que el estudio conecta la cuestión migratoria con el reto demográfico, uno de los más urgentes para el futuro europeo. La edad media en Europa es ya de 44,5 años, y los mayores de 65 representan el 21,3% de la población. La tasa de dependencia escala al 33,4%, tensionando la sostenibilidad del Estado del bienestar. Las proyecciones son claras: en 2100 habrá un trabajador por cada 1,2 jubilados, un equilibrio que compromete la cohesión social. Por ello, Comillas subraya la necesidad de asegurar recursos suficientes, reforzar la integración social y garantizar una gobernanza adaptada a una sociedad envejecida y diversa.