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Hoy se celebra el primer día internacional del aire limpio.El aire es lo más básico y vital que tenemos cada día en nuestra vida, sin embargo, muchas veces no lo cuidamos. La contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas evitables de muerte y enfermedad en todo el mundo.

En septiembre de 2019, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 7 de septiembre como el Día internacional del aire limpio. Dado el contexto actual de la pandemia de COVID-19, el día asume un papel aún más importante al destacar la urgencia de abordar la contaminación del aire en beneficio de la salud humana. Al mismo tiempo, es una buena oportunidad para enfatizar la necesidad de avanzar hacia la sostenibilidad a nivel individual, nacional y global.

El aire que respiramos en muchos lugares del mundo, especialmente las grandes ciudades, está muy lejos de ser puro. Existen pequeñas partículas invisibles de contaminación que penetran en nuestros pulmones, nuestra sangre y nuestros cuerpos. Estos pequeños contaminantes son los responsables de aproximadamente un tercio de las muertes por accidente cerebrovascular, enfermedad respiratoria crónica y cáncer de pulmón, así como de una cuarta parte de las muertes por ataque cardíaco. El ozono troposférico, producido por la interacción de muchos contaminantes diferentes en la luz solar, es también causante de enfermedades como el asma y enfermedades respiratorias crónicas.

Si bien el aire es absolutamente vital para nuestra existencia, también puede ser muy nocivo para nuestra salud. Los contaminantes climáticos de corta duración se encuentran entre los contaminantes más relacionados con los efectos sobre la salud y el calentamiento del planeta a corto plazo. Pueden permanecer en la atmósfera por tan solo unos pocos días o hasta algunas décadas, por lo que reducirlos puede tener beneficios casi inmediatos para la salud y el clima para quienes viven en lugares donde los niveles caen.

La contaminación atmosférica es un problema mundial que tiene repercusiones de largo alcance debido a su vasta propagación, y porque, si no se produce una intervención contundente, el número de muertes causadas por la contaminación del aire en espacios abiertos va camino de aumentar en más de un 50 por ciento antes de 2050.

Es por esto, que resulta central y urgente redoblar los esfuerzos orientados a la prevención y reducción de la contaminación atmosférica para mejorar la calidad del aire a nivel mundial. La contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas evitables de muertes y enfermedades en todo el mundo, responsable de aproximadamente 6,5 millones de muertes prematuras en todo el mundo (en 2016) atribuidas a la contaminación atmosférica en interiores y al aire libre. En algunos países, este tipo de contaminación afecta de manera desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos, y en particular a las poblaciones de bajos ingresos que a menudo están expuestas a altos niveles de contaminación del aire en interiores y en espacios abiertos resultante de los métodos de cocina y calefacción que utilizan leña y queroseno.

La sociedad tiene que soportar los elevados costos de esta contaminación ya que tiene impacto negativo sobre la economía, la productividad laboral, los costos de atención sanitaria y el turismo, entre otros. Por tanto, no podemos subestimar los beneficios que supondría invertir en el control de dicha contaminación y que existe también una justificación económica para actuar y disponemos de soluciones eficaces en función de los costos para hacer frente a la contaminación atmosférica.

Además, la mala calidad del aire plantea un problema en el contexto del desarrollo sostenible para todos los países, en particular en las ciudades y las zonas urbanas de los países en desarrollo, donde los niveles de contaminación atmosférica son superiores a los límites establecidos en las directrices sobre calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud

En este sentido, en el documento final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, titulado “El futuro que queremos”, los países se comprometieron a promover políticas de desarrollo sostenible que contribuyeran a la buena calidad del aire en el contexto de las ciudades y los asentamientos humanos sostenibles. Asimismo, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce —en su hoja de ruta para lograr el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente y la prosperidad para todos—que reducir la contaminación atmosférica es importante para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El aire limpio es central para la salud y la vida cotidiana de las personas, y la contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas de muerte y enfermedad en todo el mundo que se podrían evitar. Dicha contaminación afecta de manera desproporcionada a las mujeres, los niños y a las personas de edad avanzada y tiene efectos negativos en los ecosistemas.

Resulta urgente tomar consciencia acerca de que la mejora de la calidad del aire puede ayudar a reducir las consecuencias del cambio climático y que las medidas de mitigación del cambio climático pueden mejorar la calidad del aire. Cuidar el aire es cuidar la vida.

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