. ¿Qué implica este dato? Que esta problemática forma parte de las vidas de miles de mujeres. Los datos son implacables. La violencia de género ha sido y sigue siendo una de las manifestaciones más claras de la desigualdad y de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. La realidad nos muestra que las mujeres sufren violencia por el mero hecho de ser mujeres y que las víctimas son mujeres de cualquier estrato social, nivel educativo, cultural o económico.
La proyección del cortometraje Violencia Normal de la cineasta Sara Bamba pone el foco en esta lamentable cotidianeidad y sirvió de punto de partida en el encuentro "Perdóname mi amor, voy a cambiar", celebrado el pasado día 9 de diciembre, y que organizamos desde Quiero, plataforma internacional de sostenibilidad, en colaboración con Espacio Abierto Quinta de los Molinos con el objetivo de contribuir a crear una reflexión pública y ayudar a visibilizar esta problemática que afecta a nuestra sociedad. De esta forma, hemos querido sumarnos a la reivindicación de la fecha del 25 de noviembre, día en el que se celebra el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres”, que consideramos necesario para poder avanzar hacia la co-construcción de una sociedad más justa y sostenible. Porque la igualdad también es sosteniblidad.
En esta ocasión hemos querido acercarnos al mundo de la adolescencia para comprender cómo la juventud percibe y vive esta problemática. Así, una semana antes de la celebración de este encuentro realizamos un taller previo con chicos y chicas adolescentes, integrantes del grupo de creación escénica del espacio Quinta de los Molinos, “Mundo Quinta”, liderado por la escuela de teatro aplicado The Cross Border Project.
El taller en cuestión “El Secreto de Ana” forma parte de nuestro proyecto educativo CACTUS en el que a través de propuestas de la mano de diferentes artistas, presentadas en formato “video-recurso”, buscamos acercar la sostenibilidad en sus dimensiones medioambientales y sociales a los jóvenes. Es decir, acercar los Objetivos de Desarrollo Sostenible a las escuelas. A través de la propuesta diseñada en colaboración con la actriz y arte educadora Belén de Santiago, de la Escuela Cross Border, para trabajar el ODS 5 de Igualdad de Género en el aula, hemos querido promover el diálogo y la reflexión.
La experiencia del taller en la que tuve la suerte de participar junto a los chicos y chicas de Mundo Quinta, fue sin lugar a dudas poderosa. Una oportunidad para cuestionarse de manera individual y grupal, multitud de conductas y estereotipos de género que nos atraviesan y condicionan nuestro desarrollo como personas. Un ejercicio para ponernos en la piel del otro a través de la ficción, tal y como apuntó Belén de Santiago y que nos acerca al poder transformador de la herramienta pedagógica que el teatro ofrece para trabajar con grupos.
Tres de los participantes de este taller y estudiantes de 1º de Bachillerato, Laura Casado, Jacob Rosales y Harold Ron, nos acompañaron durante la mesa redonda del del día 9 en la cuál compartieron sus inquietudes en torno a sus experiencias del taller y a sus percepciones personales acerca de los diferentes estereotipos de género.
Empatía para la igualdad
Para analizar las causas de la problemática en cuestión y entender cómo podemos trabajar la igualdad en la educación, también nos acompañaron Sara Bamba, fundadora de Helsinki Films y miembro de CIMA (Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales), Marta Prado Pascual, coordinadora del Plan Integral de Convivencia en el distrito de Villaverde en la entidad Acais y Ritxar Bacete, autor de “Nuevos hombres nuevos: la masculinidad en la era del feminismo”.
Sara destacó la necesidad de que se incorporen más y más mujeres al sector audiovisual y en todos los roles, pasando de musas a autoras. La sensibilidad y la forma de relatar y de dirigir es diferente y las cifras siguen siendo poco paritarias. En su opinión, tenemos una falsa sensación de haber avanzado mucho cuando aún queda un largo camino por recorrer, especialmente, en los espacios menos visibles, en los ámbitos familiares o círculos íntimos donde cuesta más empoderarse y marcar límites frente a conductas sexistas.
Marta, desde su experiencia en el desarrollo de programas para combatir la violencia machista en institutos, comparó la situación con un iceberg en el que tendemos a ver solo la punta: la violencia física, pero no prestar atención a lo que nos acompaña cada día. De criticar el rendimiento deportivo y humillaciones en redes a situaciones de dependencia afectivo sexuales rozando el abuso. Son muchas las situaciones que, desde un plano invisibilizado, constituyen el germen de la violencia física que sí nos escandaliza, apuntó. Para poder abordar esta problemática, Marta Prado destacó la importancia de poner en marcha programas e iniciativas que ayuden a los y las jóvenes a verbalizar cómo se sienten frente a este tipo de situaciones y hasta qué punto les limitan los mandatos de género.
Ritxar nos hizo reflexionar en torno al origen de estas conductas. El machismo, y la violencia, habitan en cuerpos y se manifiestan de forma similar al teatro: “Construimos nuestra identidad de forma similar a la de un personaje en una obra y así, dependiendo del proceso de aprendizaje y socialización que vivimos, expresamos y perpetuamos estos estereotipos” explicó. En su opinión, la agresividad, la violencia, la competitividad nunca deberían ser elementos de construcción de la identidad de género. La mejor forma de derribar las barreras y de corregir estos estereotipos es inculcar la empatía. Cuando somos capaces de ponernos en el lugar de la otra persona y entender lo que siente, se empieza a tomar conciencia de los pequeños detalles que giran en torno al machismo.
Una jornada de reflexión que nos ha servido para poner un poco de luz a un tema duro y difícil. Esa toma de conciencia es un viaje complejo, de identificación de un legado de comportamientos imitados y repetidos, que cuanto antes se empiece en el desarrollo de una persona, mejor. Más sana será la sociedad que habitamos. Por eso, el desarrollo de la empatía, se presenta como herramienta imprescindible para educar en igualdad y facilitar esa toma de conciencia tan necesaria.