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Tras haber consumido ya un tercio del periodo total necesario para conseguir materializar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, es ahora el momento de echar la vista atrás y hacer balance tanto de lo conseguido como de lo que aún queda por cumplir. Una valoración que sin duda nos deja un sabor agridulce, pues nos alerta del claro desequilibrio del mundo, que queda reflejado también en el desigual avance de los diferentes Objetivos.

Por un lado, no podemos pasar por alto los enormes progresos que hemos percibido en materias como la reducción de la pobreza extrema, la mortalidad infantil o el acceso a la electricidad. Sin embargo, tampoco podemos cerrar los ojos ante los desafíos urgentes como el ritmo frenético del cambio climático o las imperantes desigualdades entre países que siguen creciendo día a día.

En este sentido, además de ser este 2020 la fecha en la que se da el pistoletazo de salida a la década a contrarreloj que resta para cumplir los Objetivos marcados en la Agenda 2030; este es un año también marcado por una crisis global sin precedentes. Una crisis que ha trascendido lo sanitario, cuestionando también la salud de nuestros sistemas socioeconómicos y medioambientales. Y es que la pandemia está provocando una conmoción de enormes dimensiones a nivel mundial, haciendo retroceder también lo avanzado en muchos de los ODS, lo que ha llevado a acelerar la toma de todas aquellas decisiones que tengan el potencial de lograr un cambio.

Precisamente por esto, es más importante que nunca ser conscientes de que tenemos ahora la valiosa y única oportunidad de diseñar, por medio de nuestras decisiones y acciones, la nueva sociedad de la era post-covid. Una sociedad futura - pero no lejana - en la que deberán imperar todos aquellos valores que aseguren la resiliencia, un factor absolutamente esencial en todas las esferas de nuestra sociedad y que será la herramienta para evitar que futuras crisis y retos puedan tener un impacto tan acusado en la vida de las personas.

¿Y cómo conseguir incorporar la resiliencia de la que hablo a todos los ámbitos posibles de la nueva era post-covid? Incuestionablemente, tomando la sostenibilidad como uno de los pilares de la reconstrucción. En este sentido, debemos tener en cuenta que los esfuerzos encaminados a cumplir con la Agenda 2030 nos proporcionarán sistemas más sólidos y estables, especialmente en el ámbito económico, pero también en el sanitario y medioambiental. Por ejemplo, la inversión en la preservación de la biodiversidad lleva aparejada la prevención de pandemias como la que estamos viviendo ya que un ecosistema sano mantiene controlada la aparición de plagas, patógenos, depredadores y parásitos que suponen un peligro para nuestra salud. Por lo tanto, apostar por el desarrollo sostenible es sinónimo de apostar por la supervivencia de todo nuestro sistema.

Y es precisamente en esta transición hacia sistemas más sostenibles donde las empresas juegan un papel vital. Como actores clave del desarrollo y la economía mundial, no sólo tienen la absoluta responsabilidad de incorporar en sus procesos productivos los valores de la Agenda 2030, sino también de ejercer un liderazgo colectivo en ODS sobre sus grupos de interés. Esto significa implicar a los miembros de su entorno – consumidores, plantilla, proveedores… – en el movimiento por la sostenibilidad, de modo que ejerzan como motores del cambio. En la Década de Acción por los ODS necesitamos dar el salto y dejar de tratar la sostenibilidad como un aspecto aislado tan solo tratado por los departamentos de sostenibilidad. Todo lo contario, debe ser la razón de ser y de operar de todas y cada una de las partes de la organización. Solamente así, integrando los ODS en lo más profundo de la consciencia empresarial, se logrará un impacto real en toda la sociedad y el medio en el que se opera.

Por todo ello, en lo que nos atañe desde Pacto Mundial, confiamos en un plan de acción mundial con la Agenda 2030 como la guía que marque el camino hacia el cambio por medio de multitud de desafíos y esfuerzos compartidos. Es momento de que todos – sociedad, gobiernos, instituciones y empresas – volvamos a poner en un primer plano los esfuerzos por la consecución de los ODS, pues son estos los que nos marcan el camino hacia el futuro que necesitamos. Un futuro de resiliencia global, más equitativo y sostenible.

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