Desde prever el clima y las plagas con más precisión hasta optimizar el riego o los cultivos con datos en tiempo real, la inteligencia artificial está revolucionando la forma en que producimos y distribuimos alimentos. Así lo señala el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que destaca el potencial de estas tecnologías para impulsar la sostenibilidad y hacer frente a los desafíos climáticos y sociales del sector.
En un mundo donde más de 735 millones de personas padecen hambre y un tercio de los alimentos se desperdicia, el uso de la IA puede ser una herramienta clave para mejorar la eficiencia y reducir las pérdidas a lo largo de toda la cadena agroalimentaria. Entre los ejemplos concretos, la FAO menciona sistemas de detección temprana de enfermedades animales, sensores que monitorean el estado del suelo o drones que analizan cultivos para anticipar problemas.
Pero no todo son buenas noticias. El informe también advierte sobre los riesgos de desigualdad que puede acarrear la brecha digital. “Para que la IA beneficie a todos, es crucial que los pequeños agricultores, especialmente en países en desarrollo, puedan acceder a estas tecnologías”, señala el documento. Además, llama a una gobernanza ética que evite usos indebidos de los datos y garantice la transparencia de los algoritmos.
La FAO recomienda avanzar en políticas públicas que promuevan un uso responsable y equitativo de la inteligencia artificial, así como reforzar la cooperación internacional y la inversión en infraestructuras digitales rurales. Solo así se podrá aprovechar todo el potencial de la IA en beneficio de la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible y la lucha contra el cambio climático.