La semana pasada, mientras las élites mundiales se reunían en Davos para el Foro Económico Mundial, salió a la luz una encuesta que reflejaba la creciente preocupación entre los millonarios sobre el impacto de la concentración extrema de riqueza. El 63% de las personas encuestadas consideró que la influencia de los superricos durante la presidencia de Donald Trump representó una amenaza para la estabilidad global.
En paralelo, más de 370 millonarios y multimillonarios de 22 países firmaron una carta abierta titulada "Es hora de poner límite", en la que exigieron a los líderes políticos medidas inmediatas para abordar los efectos corrosivos de la desigualdad económica. Entre los firmantes destacaron figuras como la activista Abigail Disney, el músico Brian Eno y la heredera Marlene Engelhorn, quienes advirtieron sobre las graves consecuencias de décadas de inacción frente a la acumulación de riqueza desmedida.
Disney, reconocida por su activismo, declaró: “La elección de Donald Trump y la creciente influencia de figuras como Elon Musk no son casualidades, sino el resultado de políticas que han permitido que la desigualdad se dispare. Si los políticos quieren proteger nuestras democracias, deben demostrar coraje político y gravar más a los más ricos".
La encuesta, realizada en países del G20 entre 2.902 millonarios con activos de inversión superiores a un millón de dólares, reveló preocupaciones alarmantes. Más del 70% de los participantes afirmó que los superricos tienen un control desproporcionado sobre los medios de comunicación, las redes sociales y los sistemas políticos, lo que debilita la confianza pública en las instituciones clave. Además, dos tercios de los encuestados señalaron que la interferencia de los ultrarricos en las elecciones estadounidenses ha sido perjudicial para la democracia.
El Dr. Phil White, miembro de Patriotic Millionaires UK, subrayó: "Durante décadas, los líderes políticos ignoraron la creciente brecha económica. Ahora estamos viendo las consecuencias: polarización social, desconfianza y el debilitamiento de nuestras democracias. Es hora de actuar".
La carta firmada, que fue presentada durante Davos, abogaba por implementar un "límite a la riqueza extrema" y establecer impuestos más altos a las grandes fortunas para reducir la desigualdad y financiar servicios públicos esenciales. La propuesta, respaldada por organizaciones como Oxfam, Patriotic Millionaires y taxmenow, plantea que la concentración extrema de riqueza no solo afecta a la economía, sino también al tejido social y al planeta.
Marlene Engelhorn, cofundadora de taxmenow, enfatizó que el poder de los superricos va más allá del dinero: “Controlan lo que vemos, leemos y, en muchos casos, incluso cómo votamos. No podemos permitir que las democracias se conviertan en herramientas de unos pocos. Es momento de actuar y garantizar que los más ricos contribuyan de manera justa". La reunión de Davos dejó en evidencia que la desigualdad extrema ya no es un problema ignorado, sino una prioridad urgente en la agenda global. Ahora queda en manos de los líderes políticos responder a las demandas de una sociedad que reclama justicia económica y fiscal.