
1. Un ciclo económico de sostenibilidad: en lo relacionado con sostenibilidad, estamos viviendo un patrón cíclico similar al de la economía y los mercados financieros. Entre 2018 y 2020 experimentamos una expansión inicial, seguida de un auge impulsado por el COVID, que subrayó la necesidad de abordar desafíos críticos como la educación, la salud, las crecientes brechas sociales y el cambio climático. Tras una exuberancia en valoraciones y expectativas, llegó la recesión iniciada en 2022 con el detonante de la guerra de Ucrania y el auge de mensajes anti-ESG en Estados Unidos.
Hoy, creemos que estamos entrando en una fase de consolidación, donde la inversión en sostenibilidad e impacto inicia un ciclo expansivo… de calidad. Hemos ajustado expectativas, aprendido de los errores y redefinido estrategias. Esta etapa de reflexión no solo fortalece el mercado, sino que también genera bases más sólidas para un crecimiento sostenible en el largo plazo.
2. Regulación: entre avances y desafíos: la regulación europea ha continuado avanzando, como anticipamos, aunque no ha simplificado el análisis de datos. Muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas, enfrentan dificultades para adaptarse a los nuevos requisitos, agravadas por la falta de personal cualificado para auditar datos sostenibles.
Mientras tanto, las diferencias entre la postura climática de la Fed y el BCE se han intensificado. Estados Unidos mantiene un enfoque pragmático, priorizando objetivos económicos y legales, mientras que Europa refuerza su compromiso con el Acuerdo de París. De cara a 2025, el regreso de Donald Trump introduce incertidumbre: aunque su retórica es crítica con las iniciativas climáticas, las inversiones en energías renovables en Estados Unidos han crecido un 60% desde 2020, creando más de 310.000 empleos. Es poco probable que un segmento tan dinámico y estratégico sea desmantelado completamente, incluso bajo políticas menos favorables.
3. Rentabilidades: sostenibilidad con matices: como predijimos, los sectores relacionados con sostenibilidad, tras sufrir en 2022, han comenzado a recuperar su atractivo inversor. Aunque sectores tradicionales como materias primas agrícolas y energía han mostrado resiliencia, la sostenibilidad sigue demostrando su valor en estrategias a largo plazo.
No obstante, los recientes acontecimientos geopolíticos han impactado las rentabilidades. Los conflictos en Oriente Medio, Sudán y Ucrania, junto con tensiones en Taiwán, han generado incertidumbre en los mercados. Adicionalmente, las políticas de desregulación promovidas por Trump están afectando la percepción de las inversiones ESG, que podrían enfrentar retos en el corto plazo, aunque el largo plazo sigue ofreciendo oportunidades para quienes priorizan el impacto.
4. ESG: debates más complejos y posiciones más claras: en 2024, anticipamos que los mensajes pro-ESG extremos se moderarían, y así ha ocurrido. La reclasificación masiva de fondos para cumplir con la normativa refleja una mayor madurez en el sector. Por otro lado, los movimientos anti-ESG han intensificado el debate, especialmente en Estados Unidos.
Aunque algunas entidades han abandonado alianzas climáticas, muchas otras han reforzado su compromiso. La sostenibilidad ya no es solo una cuestión de marketing, sino de integridad empresarial. Esto subraya un cambio importante: el enfoque ha pasado del discurso a la acción concreta.
5. Greenwashing y “green hushing”: aunque el riesgo de greenwashing sigue presente y los litigios han aumentado, 2024 ha sido testigo del auge del “green hushing”, un enfoque más cauteloso de las empresas para evitar promesas excesivas que podrían ser cuestionadas. Aunque pueda parecer un retroceso, este enfoque prudente está consolidando compromisos reales, alejando a las empresas del ruido mediático y fortaleciendo su credibilidad.
6. Gobernanza y visión a largo plazo: como predijimos, las políticas de voto en juntas de accionistas han ampliado su enfoque. Si bien los temas ambientales siguen presentes, se está priorizando cada vez más la gobernanza y los aspectos sociales. Este retorno al equilibrio en la toma de decisiones es esencial para mantener un enfoque sostenible y financiero sólido.
Un futuro sostenible necesita compromiso
En Portocolom seguimos creyendo que la sostenibilidad no es una moda pasajera, sino una filosofía que requiere un compromiso total. No hay espacio para estar “a medias” en este movimiento. Los ciclos continuarán, pero con cada iteración, el mercado aprende, se ajusta y evoluciona hacia un modelo más sólido y coherente.
Como siempre decimos, no podemos predecir el futuro, pero sí tomar decisiones que nos acerquen al mundo que queremos construir. En este camino, cada fase del ciclo es tan valiosa como necesaria.