El año 2024 ha estado marcado por importantes puntos de inflexión en los ámbitos político, social y ambiental. Los procesos electorales a nivel global han evidenciado un cambio de prioridades, con discursos centrados en el restablecimiento de la competitividad, la seguridad nacional y un renovado impulso al proteccionismo económico. En el plano ambiental, los fenómenos climáticos extremos han causado estragos, dejando una huella devastadora en diversas regiones. En el ámbito social, cuestiones como el elevado coste de la vivienda, el incremento de la población en riesgo de pobreza y el envejecimiento poblacional han cobrado mayor relevancia. Además, la irrupción de la Inteligencia Artificial plantea la urgente necesidad de transformar el mercado laboral. Por otro lado, en términos de gobernanza, las empresas han acelerado sus esfuerzos para cumplir con nuevas exigencias regulatorias, especialmente en materia de sostenibilidad y transparencia.
En este escenario, Forética ha publicado su tradicional informe "Tendencias ESG 2025. Claves para la agenda empresarial de sostenibilidad", donde identifica las cinco claves que no solo definirán la agenda del próximo año, sino también podrían marcar el rumbo del resto de la década. La sostenibilidad se presenta como la protagonista indiscutible.
Desde los consensos logrados en 2015 con los ODS y el Acuerdo de París, las normativas en sostenibilidad han crecido exponencialmente, particularmente en Europa, donde los reguladores han intensificado la presión sobre empresas y sectores. Aunque estas iniciativas buscan acelerar la transición hacia un futuro sostenible, también han generado retos significativos como inseguridad jurídica, complejidad en el cumplimiento y debates sobre el impacto en la competitividad económica.
El contexto actual coloca a la nueva Comisión Europea ante una decisión crucial: ¿dar continuidad al ritmo regulador o moderarlo sin comprometer los objetivos clave? Se espera que 2025 marque el inicio de un enfoque más equilibrado, con ajustes que faciliten la implementación sin abandonar los compromisos ESG.
La directiva CSRD y los estándares ESRS buscan estandarizar el reporte en sostenibilidad a nivel global. Sin embargo, este ámbito enfrenta desafíos únicos: la gran cantidad de métricas, metodologías en constante evolución y la falta de claridad sobre los límites de la información que debe incluirse.
En 2025, las primeras organizaciones obligadas a adaptarse a estas normativas se enfrentarán a un panorama incierto, con interpretaciones divergentes entre reguladores, auditores y empresas. Aunque la Comisión Europea ha anunciado medidas para simplificar y alinear estas normativas, el camino hacia la transparencia y la coherencia en los reportes ESG aún será largo y desafiante.
El papel del consumidor como agente de cambio en la sostenibilidad es innegable, pero su comportamiento no es lineal ni predecible. Los criterios éticos y ambientales siguen siendo relevantes, pero compiten cada vez más con factores económicos, especialmente en un contexto de inflación.
La creciente preocupación por el greenwashing también ha generado desconfianza: solo un 23% de los consumidores considera creíbles los mensajes de sostenibilidad de las marcas. En 2025, las empresas deberán reforzar sus estrategias de comunicación, apostando por mayor transparencia y evidencias concretas que respalden sus compromisos.
El 2024 volvió a demostrar la fuerza devastadora del cambio climático. Desde la DANA en Valencia hasta tormentas que golpearon Centroeuropa, los fenómenos extremos han dejado claras las vulnerabilidades de las infraestructuras y sistemas de respuesta.
Los daños económicos acumulados por catástrofes naturales han alcanzado cifras récord, y el ritmo de estos eventos sigue en aumento. En este contexto, invertir en adaptación climática ya no es opcional, sino una prioridad ineludible. En 2025 se espera que tanto gobiernos como empresas aceleren sus esfuerzos en infraestructuras resilientes, sistemas de alerta temprana y estrategias para mitigar los impactos de esta nueva realidad.
El retorno de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos trae consigo una agenda nacionalista que sacude el panorama internacional. Con un enfoque energético basado en el impulso de los hidrocarburos, su administración no ha dudado en tomar medidas polémicas, desde la imposición de nuevos aranceles hasta la ruptura de acuerdos estratégicos, generando tensiones globales y afectando la estabilidad en diversas regiones.
A pesar de la retórica contraria a la acción climática, las dinámicas de transición energética seguirán su curso. Factores como la competitividad de las energías renovables, la electrificación de la economía, los avances tecnológicos, la descentralización energética y la creación de empleo asociado a la descarbonización continúan impulsando este cambio estructural. Aunque 2025 estará marcado por tensiones políticas, el camino hacia las emisiones netas cero seguirá adaptándose sin detenerse.
El informe de Forética subraya la importancia de que las empresas asuman un papel protagonista en la transición hacia modelos económicos sostenibles. Las recomendaciones incluyen fortalecer la coordinación entre departamentos clave, adaptar los modelos de reporte, combatir el greenwashing y revisar los planes de transición climática. En un contexto global marcado por incertidumbres políticas, sociales y ambientales, 2025 se perfila como un año crucial para consolidar avances en sostenibilidad y construir un futuro más resiliente.
***Puedes descargar aquí el informe ‘Tendencias ESG 2025. Claves para la agenda empresarial de sostenibilidad’.