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La desigualdad es la pandemia más grave. Aún peor que la pandemia de coronavirus. Según el último informe publicado por OXFAM, a finales de este año, 12.000 personas al día podrían morir de hambre a causa de la crisis del COVID-19, posiblemente más que de la enfermedad. El COVID-19 es la gota que ha colmado el vaso para millones de personas que ya tenían que hacer frente a los efectos de políticas neoliberales, pobreza, cambio climático y la desigualdad. El coronavirus está agravando el hambre en un mundo hambriento.

La pandemia de coronavirus llegó a un mundo ya convulsionado. Un mundo plagado de otros virus iguales o peores, como la desigualdad la indiferencia y el hambre. Como dice Juanjo Almagro en su artículo de opinión, mientras unos cada día tienen más, otros, los invisibles, los desheredados, se sienten desprotegidos, pero como son pobres y viven lejos les prestamos poca atención. Unos pocos más ricos siguen obteniendo beneficios, aún ante la pandemia. El informe publicado ayer por OXFAM, revela que ocho de las mayores empresas de alimentación y bebidas han pagado a sus accionistas dividendos por un valor de más de 18.000 millones de dólares desde enero de este año. Esta cifra es diez veces superior a la cuantía que las Naciones Unidas ha solicitado para evitar que la gente siga pasando hambre.

La pandemia del COVID-19 ha agravado una crisis alimentaria que ya iba en aumento, incluso desde antes del estallido de la pandemia. Según las estimaciones de OXFAM , en 2019 había 821 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, de las cuales aproximadamente 149 millones sufrían hambrunas de nivel de crisis, o peor. Ahora, a los impactos de los conflictos, la creciente desigualdad y una crisis climática cuya gravedad va en aumento se suma el coronavirus, una combinación que está sacudiendo los cimientos de un sistema alimentario mundial roto y dejando a millones de personas más al borde de la hambruna. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que el número de personas que sufren hambrunas de nivel de crisis se incremente hasta alcanzar los 270 millones antes de que acabe el año; se calcula que el 82 % de este incremento tendrá su origen en la pandemia.

Esto significa que, antes de que acabe el año, podrían morir de hambre entre 6000 y 12 000 personas al día a consecuencia de los impactos sociales y económicos de la pandemia, y es posible que, en ese punto, el número de muertes diarias por hambre supere a las causadas por la enfermedad.

El informe analiza cómo la pandemia del COVID-19 está empeorando la inseguridad alimentaria en un mundo donde éste era ya un problema grave. El informe destaca los diez “puntos críticos del hambre” en los que la crisis alimentaria es más grave y además está empeorando a causa de la pandemia. Estos son: Yemen, República Democrática del Congo (RDC), Afganistán, Venezuela, las zonas sahelianas del África Occidental, Etiopía, Sudán, Sudán del Sur, Siria y Haití. En conjunto, en estos países y regiones viven el 65 % de las personas que enfrentan el hambre de nivel de crisis a nivel global.

Este documento también analiza las razones por las cuales tantas personas pasen hambre y porqué muchas más sean tan vulnerables a la inseguridad alimentaria. Así, este documento trata de explicar por qué nuestro actual sistema alimentario condena a millones de personas a pasar hambre, en un mundo donde se producen alimentos más que suficientes para todas las personas. El mismo explica que, los conflictos la crisis climática, la desigualdad y un sistema alimentario disfuncional son las principales causas de que millones de personas pasen hambre y mueran de hambre cada año. El creciente desempleo y la crisis económica provocados por la pandemia hacen que, ahora, millones de personas más se encuentren en esta situación. Entre las principales problemáticas destaca: el desempleo masivo, con especial efecto sobre la población femenina, los conflictos a los que deben afrontarse las y los agricultores, la reducción de la ayuda humanitaria en las zonas más necesitadas, el hambre y la desigualdad generalizados.

Finalmente, el informe concluye con una serie de medidas urgentes que deben tomar los Gobiernos:

1.Financiar íntegramente el llamamiento humanitario de las Naciones Unidas

2.Construir sistemas alimentarios más justos, resilientes y sostenibles, una labor que debe empezar con una Cumbre de alto nivel sobre seguridad alimentaria.

3.Promover la participación y el liderazgo de las mujeres en la toma de decisiones sobre cómo cambiar el actual sistema alimentario.

4.Cancelar los pagos de la deuda, para que los países en desarrollo puedan poner en marcha medidas de protección social.

5.Apoyar el llamamiento de las Naciones Unidas a un alto el fuego mundial

6.Adoptar medidas urgentes para hacer frente a la crisis climática.

Si bien los Gobiernos deben actuar para contener la propagación del coronavirus, hay otras pandemias como el hambre y la desigualdad que no pueden dejar de atender. Es necesario que se tomen medidas urgentes para poner fin a esta crisis del hambre y construir sistemas alimentarios más justos, sólidos y sostenibles.

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