
Durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki evidenciaron la devastación sin precedentes que puede provocar este tipo de armamento. Ocho décadas más tarde, y en un escenario de crecientes tensiones geopolíticas, esa advertencia histórica mantiene toda su vigencia. En su mensaje con motivo de la jornada, António Guterres, Secretario General de la ONU, recordó que “las armas nucleares no brindan seguridad, solo la promesa de aniquilación”.
Aunque solo se han utilizado dos veces en la historia, todavía existen más de 12.000 ojivas nucleares en el mundo. Su potencial destructivo amenaza la vida de millones de personas, el medio ambiente y la estabilidad de generaciones futuras. Más de la mitad de la población mundial vive en países que poseen armas nucleares o que forman parte de alianzas nucleares, lo que multiplica los riesgos. Además, una detonación nuclear tendría consecuencias irreversibles para la salud, los ecosistemas y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El debilitamiento de los acuerdos internacionales en materia de control de armas nucleares ha generado inquietud sobre una posible nueva carrera armamentística. Entre los ejemplos recientes figuran la retirada de Estados Unidos del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio en 2019 o la decisión de Rusia, en 2023, de retirar su ratificación del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares. Estos retrocesos reflejan la dificultad de sostener la cooperación internacional en materia de desarme.
Según informó Naciones Unidas, la reunión del 26 de septiembre buscó revitalizar la agenda del desarme con medidas concretas: promover una moratoria voluntaria de los ensayos nucleares, impulsar compromisos vinculantes con mecanismos de rendición de cuentas, fomentar garantías de no primer uso y, de forma prioritaria, presionar a Estados Unidos y Rusia —las dos mayores potencias nucleares— para que retomen el cumplimiento de los tratados existentes.
La eliminación de las armas nucleares es una condición indispensable para proteger los derechos humanos y asegurar un futuro justo y sostenible. La mera existencia de estos arsenales vulnera el derecho a la vida, a la salud y a un medio ambiente sano. Tal y como recordaron los participantes en la cita, sin paz y seguridad global no será posible alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible ni garantizar la dignidad de las generaciones presentes y futuras.
El mensaje que dejó la conmemoración fue contundente: avanzar hacia un mundo libre de armas nucleares no es un ideal lejano, sino una urgencia moral y política para preservar la vida y construir un planeta en paz.