Según datos de la ONU, la industria textil es responsable del 10% de las emisiones globales de carbono, superando a la aviación y el transporte marítimo juntos. Además, consume alrededor de 93 mil millones de metros cúbicos de agua al año, mientras que millones de toneladas de textiles terminan en vertederos, donde pueden tardar siglos en degradarse.
El "fast fashion" o moda rápida es uno de los mayores responsables de este problema. Este modelo de negocio, basado en la producción rápida y barata de ropa, fomenta el consumo desmedido y la obsolescencia programada de las prendas. La fabricación de textiles como el poliéster, derivado del petróleo, no solo emite grandes cantidades de gases de efecto invernadero, sino que también libera microplásticos al medio ambiente con cada lavado.
Caminos hacia una moda más sostenible
Enfrentar la crisis climática requiere transformar radicalmente nuestra relación con la ropa. Aquí es donde conceptos como la economía circular y la sostenibilidad cobran protagonismo:
Nuestro papel como consumidores conscientes
La moda sostenible no es una tendencia pasajera, sino una necesidad urgente. Como consumidores, tenemos el poder de transformar la industria al demandar transparencia, sostenibilidad y ética en la producción. Cada elección que hacemos, desde cómo compramos hasta cómo cuidamos nuestra ropa, es un voto por el futuro que queremos.
La emergencia climática nos desafía a repensar nuestras prioridades y costumbres. En este proceso, la moda puede convertirse en un aliado para el cambio, demostrando que el estilo y la sostenibilidad no son incompatibles. Transformemos la moda en una herramienta de expresión que no solo refleje quiénes somos, sino también quiénes aspiramos a ser: una sociedad responsable y comprometida con el planeta.