La Oficina de Derechos Humanos de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés) ha publicado esta semana un informe devastador: al menos 48.384 personas murieron de forma violenta en 2024, la gran mayoría en contextos de conflicto. Cada 12 minutos, un civil pierde la vida como consecuencia directa de la guerra.
La Franja de Gaza, escenario de enfrentamientos intensificados, concentra el 80% de las muertes infantiles y el 70% de las muertes de mujeres registradas a nivel global. Solo en los últimos dos años, murieron más mujeres y niños en conflictos armados que en el periodo 2021-2022, cuadruplicando las cifras anteriores. "Estas estadísticas no son simples números: representan vidas truncadas, historias interrumpidas y una profunda falla de los Estados a la hora de proteger a los más vulnerables", advirtió Volker Türk, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
Defensores y periodistas: blanco de la violencia
El informe también pone el foco en quienes denuncian abusos o luchan por los derechos fundamentales: al menos 502 defensores de derechos humanos fueron asesinados en 2024 y otros 123 desaparecieron. Es decir, una agresión grave cada 14 horas.
Además, los homicidios de periodistas aumentaron un 10% respecto a 2023, con 82 profesionales de la comunicación asesinados, el 60% de ellos en zonas de conflicto, una proporción récord en la última década.
América Latina y el Caribe se mantienen como una de las regiones más peligrosas: el 80% de los países reportaron asesinatos de activistas. Solo 14 países en el mundo no registraron ataques graves contra defensores.
Discriminación estructural y múltiple: un patrón global
La otra gran preocupación del informe es el avance de la discriminación sistemática, que afecta con especial dureza a colectivos ya marginados. Uno de cada cinco habitantes del planeta afirma haber sufrido algún tipo de discriminación, una cifra que sube a uno de cada tres en el caso de personas con discapacidad.
Las mujeres reportan el doble de casos de discriminación por razón de género que los hombres, mientras que jóvenes de entre 15 y 29 años son especialmente vulnerables a discriminaciones por motivos de migración, raza, religión u orientación sexual.
“El informe revela que la discriminación rara vez actúa sola: quien pertenece a un grupo vulnerable es mucho más propenso a sufrir múltiples formas de exclusión”, señaló Türk.
En un contexto tan sombrío, la expansión de las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos (INDH) supone una nota positiva. Más de la mitad de la población mundial está ahora cubierta por organismos independientes dedicados a la protección de derechos, triplicándose su número en los últimos 30 años. Según OCHA, esta tendencia refuerza la rendición de cuentas y mejora la calidad de los datos disponibles, un paso imprescindible para combatir la impunidad y proteger a quienes más lo necesitan.