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El año 2024 marca un triste hito en la historia de la ayuda humanitaria: nunca antes tantos trabajadores habían perdido la vida mientras intentaban salvar a otros. Con 281 muertes confirmadas, la violencia contra quienes representan la esperanza en medio del caos alcanza niveles alarmantes, exigiendo una respuesta internacional urgente.
El 2024, un año trágico para los trabajadores humanitarios

El año 2024 se ha convertido en el más letal jamás registrado para los trabajadores humanitarios, con 281 muertes confirmadas hasta la fecha, una cifra sin precedentes que refleja la creciente violencia en zonas de conflicto. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), la Franja de Gaza ha sido el epicentro de esta tragedia, con 178 víctimas mortales, la mayoría pertenecientes a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).

Tom Fletcher, coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU, condenó la brutalidad de estos ataques: "Los trabajadores humanitarios representan lo mejor de la humanidad, y su asesinato demuestra lo peor. Esta violencia no solo es inaceptable, sino también devastadora para las operaciones de ayuda en todo el mundo".

Aunque Gaza concentra la mayor cantidad de ataques letales, otros países como Afganistán, Sudán del Sur, Ucrania y Yemen registran altos niveles de violencia, incluyendo secuestros, lesiones y detenciones arbitrarias. Jens Laerke, portavoz de la OCHA, destacó que los trabajadores humanitarios actúan con coraje y altruismo en algunas de las zonas más peligrosas del planeta, enfrentándose a riesgos extremos para llevar ayuda vital a las comunidades más vulnerables. La mayoría de las víctimas mortales son empleados locales de organizaciones no gubernamentales, agencias de la ONU y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, quienes trabajan en primera línea a pesar de las crecientes amenazas.

El aumento de las agresiones contra trabajadores humanitarios es parte de una tendencia más amplia de violencia contra civiles en zonas de conflicto. En 2023, más de 33.000 civiles murieron en 14 conflictos armados, un aumento del 72% respecto al año anterior. A pesar de los riesgos, las organizaciones humanitarias han logrado prestar asistencia a más de 116 millones de personas en 2024, demostrando su compromiso frente a la adversidad. Sin embargo, los ataques constantes ponen en jaque la continuidad de estas operaciones esenciales.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha comenzado a tomar medidas ante la magnitud de la crisis. En mayo, adoptó la Resolución 2730, que solicita al Secretario General propuestas concretas para reforzar la protección del personal humanitario, exigir cuentas a los responsables de los ataques y prevenir futuras agresiones. Las recomendaciones se presentarán el próximo 26 de noviembre, en lo que se espera sea un paso crucial hacia una mayor protección y justicia para quienes arriesgan sus vidas al servicio de los demás.

Mientras tanto, el mundo observa con preocupación cómo la violencia amenaza con socavar el trabajo humanitario, dejando a millones de personas en situación de extrema vulnerabilidad.

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