“Los hombres cometen siempre el error de no saber poner límites a sus esperanzas”. Estas palabras de Maquiavelo nunca han sido más ciertas que ahora, sobre todo si las relacionamos con el egoísmo universal existente entre políticos y magnates económicos, donde todo vale, porque nunca consideran y, menos aún utilizan, medios morales. Es cierto que este egoísmo universal es propio de la naturaleza humana y, por eso, todos procuramos nuestro beneficio, pero depende de cada situación, las consecuencias no son las mismas. Si una persona lucha para comer, educar a su familia, o aportar algo a la sociedad, su esfuerzo parece razonable, pero si el objetivo es conseguir poder y dinero sin límites, entonces es necesario aportar restricciones para evitar los desmanes que padecemos. Estos mecanismos han de estar perfectamente establecidos y consensuados por la sociedad en su conjunto.