
En España, los avances logrados en materia de reciclaje conviven aún con una elevada dependencia del vertedero y con cifras insuficientes de recuperación de materiales críticos, un desequilibrio que impide consolidar una economía circular madura.
Este panorama obliga a ampliar la mirada más allá de las mejoras en reciclaje. La prevención en origen emerge como el elemento capaz de transformar realmente el sistema: actuar antes de que los residuos existan. La circularidad no se alcanza únicamente mediante infraestructuras de tratamiento más eficientes, sino replanteando cómo se conciben y fabrican los productos desde su inicio.
La circularidad empieza antes de que el residuo exista
El diseño es el punto donde se decide gran parte del impacto ambiental de cualquier producto. La elección de materiales, la estructura interna, la compatibilidad entre componentes o la facilidad de desmontaje determinan las posibilidades de recuperación al final de su vida útil. Cuando estos criterios se integran desde el origen, el reciclaje posterior puede alcanzar mayores índices de eficiencia y generar materiales de mejor calidad. En cambio, cuando no se consideran aspectos de ecodiseño, las plantas de tratamiento se enfrentan a limitaciones que reducen significativamente la valorización de recursos.
España cuenta con profesionales cualificados y capacidad tecnológica para impulsar un enfoque preventivo, aunque este cambio de perspectiva requiere que el diseño responsable deje de ser una excepción y se convierta en práctica habitual. Incorporar la trazabilidad desde el inicio, planificar ciclos de vida más amplios o reducir las combinaciones de materiales que dificultan la recuperación son pasos imprescindibles para que la circularidad sea efectiva y no un concepto teórico.
Innovación para anticiparse al residuo y reforzar la eficiencia del sistema
Diversos proyectos impulsados en los últimos años muestran que la intervención temprana tiene un impacto directo en la reducción del residuo. En este ámbito, destaca el Proyecto del vidrio de los tubos de rayos catódicos (CRT), con el que Movilex ha logrado elevar la revalorización del vidrio del 65 al 95% y reducir en un 85,7% la fracción destinada con anterioridad al vertedero. Se trata de un flujo históricamente complejo, donde la innovación tecnológica ha permitido avanzar de forma notable.
A este resultado se suman trabajos centrados en mejorar la separación automática de materiales y en optimizar la recuperación de plásticos técnicos y componentes críticos. Estas líneas, alineadas con las prioridades europeas en materia de economía circular, buscan facilitar que una mayor proporción de materiales pueda reincorporarse al sistema productivo sin pérdida de calidad.
La investigación en flujos complejos como baterías de litio, plásticos inertes o metales estratégicos constituye otra vía de avance. La mejora en el tratamiento de estos materiales no solo reduce el impacto ambiental, sino que incrementa la disponibilidad de recursos esenciales para sectores como el energético o el tecnológico, especialmente en un contexto de creciente dependencia de materias primas externas.
En plantas equipadas con tecnologías de separación avanzada, como la de Miranda de Ebro, ya es posible recuperar litio, cobalto y plásticos técnicos con rendimientos que superan el 95%, lo que supone un apoyo decisivo para la autonomía industrial y la eficiencia del sistema en su conjunto.
La Semana Europea de la Prevención de Residuos subraya cada año la importancia de actuar antes de que los desechos aparezcan. Apostar por la reducción en origen no implica restar relevancia al reciclaje, sino potenciarlo. España dispone del conocimiento, la tecnología y la capacidad industrial para situarse a la vanguardia de este enfoque. El desafío consiste en asumir que la circularidad comienza mucho antes del contenedor y que la prevención debe ocupar un lugar central en la transformación del sistema productivo.