Publicado el
Los bienes humanos no son sólo materiales, sino también morales; y quizás por eso han sido reformulados continuamente desde que el hombre es consciente de sí mismo y de su existencia en comunidad. Las virtudes morales son bienes derivados de la reflexión crítica, la libertad y la acción consciente. Según Reale y Antiseri (1983), Sócrates es el creador de la tradición moral e intelectual de occidente. Su ética está basada en el desarrollo virtuoso del ser humano y del obrar coherente.
El método socrático en el siglo XXI

“La vida sin examen no es digna de ser vivida para el hombre”

Apología de Sócrates, Platón

Se le considera el padre de la filosofía moral, de la ética como disciplina y de los métodos educativos por diálogo e inducción. Filósofo singular del que poco se conoce con certeza. No contamos con escritos suyos, pero si con la recreación de sus debates dialécticos y los testimonios contradictorios de Platón, Aristóteles, Jenofonte y Aristófanes.

El método socrático es un sistema para construir conocimiento. Muchos pensarán que ha sido superado con creces o que es un anacronismo al que no merece prestarse mucha atención. Sin embargo, sus ideas han inspirado a pensadores de todas las épocas y opiniones, desde Séneca a Hegel, pasando por Ficino, Zúbiri y Jaeger hasta Neiman en la actualidad. La filósofa Nussbaum (2012) afirmaba que el mundo actual está necesitado de pensamiento crítico, con la misma urgencia que en la Atenas de Sócrates. Dice Nussbaum, que la persona dogmática e irreflexiva es un peligro para la democracia, porque no piensa en cuestiones que requieren un debate razonado. Si el método socrático tiene por objetivo fomentar el pensamiento crítico y propiciar la madurez intelectual y moral, no parece descabellado pensar que siga siendo útil en la actualidad. No caigamos en la falacia de pensar que lo nuevo siempre es mejor.

En el S. V a.C., en Atenas, existían multitud de religiones y filosofías orientales; una amalgama desordenada de creencias (y un profundo escepticismo) que dieron lugar a acalorados debates en torno a los valores que habían de regir la voluntad humana en sociedad. De forma similar, la cultura contemporánea, caracterizada por su diversidad y pluralismo, parece necesitar debatir y unificar criterios en torno a la ética y la conducta moral. Mientras el pensamiento individualista y fragmentado del beneficio instantáneo está siendo reproducido por las nuevas tecnologías, las relaciones humanas, se van deshumanizando por desgaste y pierden profundidad. Es posible que el valor de las personas esté menguando en la cadena de producción y que el papel de consumidor no sea suficiente para dar sentido a la propia existencia ¿Cuál es el nuevo rol del ciudadano en la sociedad del futuro? ¿Necesita la ética y la moral volver al debate público para que el ser humano recobre su función original?

El individuo moderno ha sido sometido a un alto grado de libertades, para las que posiblemente no haya sido formado. Son muchos los jóvenes que prefieren gastar en entretenimiento que invertir en formación. En paralelo, los profesionales de mediana edad tienden a la auto explotación por exigencias del guion capitalista; los más afortunados aspiran al éxito económico y profesional, sin cuestionarse otras realidades ni las consecuencias de su decisión. Paradójicamente se gana calidad de vida y se cronifican de forma clínicamente manejable las enfermedades producto del exceso, la falta de descanso y la desconexión espiritual. Es en este escenario que la reflexión ética y la conducta moral parecen diluirse como lágrimas en la lluvia.

Paul y Elder (1997) se atreven a afirmar que el método socrático es el recurso educativo más antiguo y poderoso que ha existido. Si las representaciones mentales del mundo son necesariamente parciales e incompletas, y están sujetas a múltiples factores que las limitan y alteran (Díaz, 2022), entonces, se hace necesario contar con algún sistema de cuestionamiento y supervisión de las antiguas y nuevas narrativas; y a ser posible, tomando en consideración sus consecuencias a corto, medio y largo plazo.

La finalidad del método socrático es promover el pensamiento crítico y reflexivo; construir un punto vista propio y coherente, fundamentado en la introspección e identificación de los sesgos cognitivos, prejuicios y creencias adquiridas. Basándose en el diálogo reflexivo y la interrogación certera, se pone en evidencia que la mayoría de las respuestas son dadas, no en base a la acción reflexiva, sino a la repetición de ideas vagas que, aunque ajenas, se han asumido como propias. Dynnik (2017) expresa que este método posibilita identificar las contradicciones que evidencian lo equívoco del propio conocimiento. Cuestionando imperativos y creencias adquiridas, el sujeto puede despertar de la ilusión de saber,

Del método socrático se deduce que la primera condición de toda enseñanza es tomar conciencia, aceptar la propia ignorancia y el juicio erróneo, dejando abierto el camino hacia el aprendizaje fértil. Si el conocer errado y la ignorancia incapacitan para el ejercicio voluntario de conductas funcionales, flexibles y virtuosas, parece oportuno integrar de alguna manera el error y la ignorancia en la ecuación del saber. Podríamos afirmar que lo malo es aquello que nos priva de actuar adecuadamente; y lo bueno, aquello que proporciona o aumenta las posibilidades de no causar destrozos morales o materiales, ni en el otro ni en uno mismo.

La perversión del “juicio” es contraria al noble ejercicio de restituir la soberanía moral de la persona. Cuando la moral gravita en torno a un poder exterior, impuesto por un marco de referencia ajeno al de la propia experiencia, la persona se ve obligada a desconectarse de su realidad subjetiva; a deslegitimar su deseo, su sentir corporal y anímico. Si se normaliza la disociación del cuerpo y la mente, del colectivo y del individuo, se pierde la confianza epistémica de formar parte de un todo ordenado, conectado, castrando toda posibilidad de creatividad y trascendencia genuina.

Si se degrada el sentido moral que nace de las formas de vida evolucionadas, si se desposé a la persona de autoridad moral, ésta se debilita. Un ser débil puede ser fácilmente parasitado por formas de pensamiento equívocas que desordenan interna y externamente su voluntad. En un mundo donde el valor moral es simulado, tiene sentido reforzar las leyes que favorecen la convivencia y el orden. Sin embargo, ésta no parece ser la solución definitiva, ni la más adecuada; sino más bien un último recurso que debería ser revisado y recalibrado regularmente en virtud de sus consecuencias para la persona y el conjunto de la población.

 

Notas bibliográficas

Díaz, J. L. (2022). Neurofilosofía del yo. Autoconciencia e identidad personal. Programa Universitario de Bioética. UNAM.

Dynnik. M. T. (2017). Historia de la filosofía. Grijalbo.

Nussbaum (2012), https://elpais.com/cultura/2012/10/10/actualidad/1349872927 880083.htmlhttps://revistade pedagogia.org/informaciones/el-metodo-socratico-hoy-para-una-ensenanza-y-practica-dialogica-de-la-filosofia/

Pau ́l, R. y Elder, L. (1997). Enseñanza Socrática. Ediciones fundación para el pensamiento crítico. Revista Española de Pedagogía, 80/282.

Reale, G., y Antiseri, D. (1983). Il pensiero occidentale dalle origini ad oggi: corso di filosofia per i licei classici e scientifici.

 

Artículos relacionados: 

- Reinventar la ética, Juan Benavides Delgado 

- Ética, política y derecho, Pablo Álvarez de Linera Granda 

- La trascendencia de lo cotidiano: reflexiones sobre filosofía, liderazgo y espiritualidad, Diana Loyola Chávez

- Una nueva nobleza para el siglo XXI, José Antonio Vega Vidal

- La investigación universitaria en comunicación y el conocimiento, Juan Benavides Delgado

En este artículo se habla de:
Opiniónfilosofía

¡Comparte este contenido en redes!

Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies