Así se reflexionaba en un evento del programa “Mujeres en Ciencia/ Emakumeak Zientzian” que este año agrupa a más de 24 centros de investigación del País Vasco con el objetivo de impulsar más de 50 actividades dirigidas a la visibilización de la mujer en la ciencia y despertar vocaciones científicas entre las niñas y adolescentes. En muchas de las actividades, el objetivo es que ellas mismas, guiadas por investigadoras de los centros participantes, puedan conocer en primera persona el trabajo que llevan a cabo en los laboratorios.
Se trata de construir, de conseguir que la sociedad avance, y para eso necesitamos despertar en generaciones futuras de niñas la pasión por la ciencia, que como señalaba la investigadora Ana Beloqui, del centro de investigación POLYMAT, para ella la ciencia es una forma de vida. Se trata también de transmitir a las adolescentes que las científicas con sus investigaciones consiguen avances, mejoras que impactan en la sociedad ofreciendo un mayor bienestar.
Por otra parte, es un día también para reivindicar mejoras. Resulta imprescindible constatar que la carrera científica requiere muchos sacrificios, debe estar mejor pagada, apoyarla con más recursos económicos y debería recibir un mayor reconocimiento. El trabajo de las científicas está poco representado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos.
El equilibrio de género se hace patente hasta las etapas post-doctorales y luego se produce un estancamiento, lo que hace que el liderazgo femenino no termine de consolidarse en los ámbitos académicos-científicos. A esta situación se le denomina el “Efecto Tijera” que se produce en la carrera investigadora. Significa que hay menos mujeres cuanto más se asciende en la escala de reconocimiento académico y profesional. La brecha de género va aumentando a medida que avanza la carrera investigadora. Por eso en POLYMAT, creamos en 2018 una beca exclusiva para mujeres científicas senior en aras a impulsar su liderazgo.
No nos podemos olvidar que las matriculaciones en carreras STEM han bajado. Por eso es más necesario que nunca que las científicas se acerquen a las escuelas y que las niñas conozcan los laboratorios y tengan como referente a científicas que investigan en temas tan variados como la energía, la salud o el cambio climático. Estas actividades actúan como palanca para que se dé un cambio en los datos.
Las mujeres siguen representando sólo el 28% de los licenciados en ingeniería y el 40% de los licenciados en informática y computación. En definitiva, las mujeres siguen siendo minoría en la informática, la tecnología de la información digital, la física, las matemáticas y la ingeniería. En campos como la inteligencia artificial, donde solo uno de cada cinco profesionales (22%) es una mujer.
Estos son los campos que están impulsando la revolución digital y, por tanto, muchos de los empleos del futuro. Se deben hacer esfuerzos para que las niñas y adolescentes accedan a este tipo de formación y garantizar su acceso a los empleos de calidad de futuro, para evitar que se queden descolgadas de este proceso de transformación.
Para ello, también es imprescindible crear una cultura científica en las escuelas, en los medios de comunicación, que den voz y visibilidad a los trabajos científicos de las investigadoras. Que cada vez más ocupen más espacios en los medios de comunicación en el que se aborden temas de ciencia. Una sociedad en el que las “influencers” científicas sean seguidas por millones de niñas y niños.
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