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Empresas y entidades de acción solidaria: ¿Extraños o aliados ante el deterioro social?

Ante el deterioro social y el incremento de la pobreza en nuestro entorno inmediato, surge la pregunta: ¿pueden concluirse alianzas entre empresas y entidades de acción solidaria?

Las políticas públicas de redistribución de la renta y de subsidios pueden mucho, pero no bastan para acompañar a las personas más necesitadas o en riesgo de exclusión. No sirven para hacer que estas personas se rehagan y salgan de su situación por su propio pie. Alcanzar esta personalización de las ayudas requiere una cercanía y un cuidado que no son propios de las autoridades gubernativas.

Pero existe un gran número de iniciativas privadas o semipúblicas sin ánimo de lucro que hacen precisamente esto: acompañar, formar, ayudar en la búsqueda de vivienda, de empleo, de relaciones sociales constructivas. En una palabra: sostener la inserción social de niños, adolescentes, adultos, ancianos, mujeres y hombres, familias, migrantes en riesgo de exclusión. Algunas de estas iniciativas destacan por su excelencia en la innovación, coherencia, y resultados, y pueden escalar su acción. Su motivación radica en un admirable altruismo.

Algunos de estos proyectos reciben ayuda pública. La ayuda privada también existe, pero menos. Las entidades del llamado “Tercer Sector” tienen que aplicar grandes dosis de ingenio para financiar su actividad sin perder su autonomía. A veces, les faltan mayores dosis de gestión profesionalizada.

Las grandes empresas industriales, financieras y de servicios han creado sus propios programas solidarios, alimentados con generosidad. También lo han hecho grandes grupos de propiedad familiar. La filantropía es parte de la responsabilidad social corporativa, como lo es el voluntariado promovido entre los propios empleados.

Para asegurar la transparencia de estas políticas, la filantropía toma a menudo la forma de convocatorias de fecha fija. Para las entidades que gestionan proyectos solidarios, no resulta fácil presentarse a estas convocatorias: se exigen requerimientos complejos, no exentos de burocracia; y no dejan de ser ayudas extraordinarias, cuando lo que necesitan las entidades solidarias es una financiación continuada en el tiempo.

Al margen de la gran empresa, hay miles de empresas medianas y pequeñas que son conscientes de la necesidad de colaborar en acciones solidarias, pero no tienen los contactos ni disponen del tiempo necesario para hacerlo de manera eficaz.

Aquí es donde existe un terreno común, que permite y requiere alianzas: en lugar de desperdiciar energías y recursos en ayudas improvisadas, las empresas pueden acercarse a las entidades consolidadas de acción social y apoyar su acción apadrinando un proyecto de largo plazo. Al conocer de cerca proyectos solidarios innovadores, que incidan en necesidades urgentes, las empresas pueden aportar muchos recursos: dinero para crecer, voluntarios, asesoramiento en la formación y en la gestión, puentes de inserción en el mundo laboral. Las empresas que apadrinan proyectos podrán ayudar a mejorar la gestión de estos proyectos y comprobar la utilización eficiente de los recursos aportados.

Y ¿qué obtendrán a cambio? Podrán obtener un beneficio directo para su propia actividad empresarial: un personal formado y motivado para el trabajo, algo muy difícil de encontrar en determinadas actividades, a pesar de las desalentadoras cifras de desempleo que todos conocemos. Pero no sólo esto: sus directivos, sus empleados obtendrán la honda satisfacción de estar aportando algo en la lucha contra el deterioro social que nos acecha. Actuar, no quedarse de brazos cruzados, ante la deriva depresiva de tantos jóvenes, la violencia de género o la soledad de los ancianos.

Esta es la idea que mueve a la creación de VSF España (www.vsfespana.org). Hemos seleccionado una serie de proyectos innovadores, gestionados por entidades excelentes de probada reputación, y buscamos empresas que quieran apadrinar alguno de ellos. Lo hacemos movidos por el llamado a la fraternidad de la doctrina social de la Iglesia Católica, sin exclusiva de ningún tipo. ¡Lector, le invitamos a asociarse a esta iniciativa!

La alianza entre empresas y proyectos solidarios no va solo de sentimientos. Se trata de una movilización racional para salvar los equilibrios frágiles de nuestra sociedad.

 

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