En un contexto de crisis climática y pérdida de biodiversidad, cada decisión de consumo tiene un peso significativo. Apostar por un consumo consciente no solo contribuye a reducir la huella ecológica individual, sino que también envía señales claras a empresas y gobiernos sobre la necesidad de modelos más sostenibles. Según recuerda Naciones Unidas en su programa de Consumo y Producción Sostenible, modificar nuestros hábitos diarios es clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Comprar con conciencia ambiental implica cuestionarse no solo qué adquirimos, sino también cómo, dónde y en qué condiciones se produce aquello que consumimos. Entre las prácticas más destacadas se encuentran:
La ONU recuerda que si toda la población mundial consumiera como lo hace actualmente en Europa, serían necesarios casi tres planetas para sostener el nivel de demanda. Frente a este dato, cada pequeño gesto cobra relevancia. Consumir de forma consciente no significa renunciar, sino repensar la manera en que accedemos a bienes y servicios, favoreciendo un modelo más respetuoso con el entorno y con las personas que lo habitan.