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El modelo de suscripción se perfila como una alternativa con potencial para reducir el consumo excesivo y fomentar prácticas más sostenibles, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Según un análisis publicado por BBVA, su impacto ambiental dependerá del enfoque con el que se aplique: puede ser parte de un sistema circular o, por el contrario, contribuir al consumo masivo si no se gestiona adecuadamente.
Economía de la suscripción, una vía hacia el consumo responsable y la sostenibilidad

Algunos expertos advierten que la suscripción gana terreno como motor de cambio en los hábitos de consumo actuales. Ciertamente, en una sociedad cada vez más digital y consciente del impacto ambiental, la economía de la suscripción se abre paso como una herramienta que podría transformar la manera en que consumimos. Pagar por el uso de productos y servicios en lugar de adquirir su propiedad no solo alivia el bolsillo, sino que también puede aliviar la presión sobre el planeta. Así lo expone un análisis publicado recientemente por BBVA, que destaca tanto los beneficios como los matices de este modelo.

Esta fórmula permite a las personas acceder a bienes y servicios cuando realmente los necesitan, promoviendo así una lógica de consumo responsable. Plataformas como Mottu y Kovi en Brasil, o OneCarNow en México, son ejemplo de ello, ofreciendo suscripciones de vehículos que se adaptan a las necesidades de movilidad sin necesidad de compra. Según el informe Subscronomics, elaborado por la firma tecnológica Telecoming, este modelo no solo responde a una demanda de sostenibilidad, sino que también impulsa nuevas formas de entender la movilidad, como el concepto MaaS (Mobility as a Service).

Consumidores digitales y menos apegados a la propiedad

Las generaciones más jóvenes, especialmente los millennials, lideran esta transformación. Según el citado informe, estas cohortes muestran un menor apego a la propiedad en comparación con generaciones anteriores como los baby boomers o la generación X. “Prefieren pagar poco y de forma recurrente antes que comprometerse con grandes desembolsos”, apunta el estudio.

Desde la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la profesora Ana Jiménez-Zarco vincula este fenómeno con la economía colaborativa y la corriente anticonsumo. En sus palabras: “El consumidor deja de ser propietario para convertirse en usuario. Usa lo que necesita y lo comparte cuando es posible”, una lógica que encaja con los principios de la economía circular. En términos globales, Estados Unidos y Europa se posicionan como líderes en la adopción de este modelo. Subscronomics señala que, solo en 2021, el mercado europeo alcanzó los 560 millones de suscripciones, lo que representa el 25 % del total mundial.

América Latina, aunque va rezagada, avanza con rapidez. “En 2010, las suscripciones se limitaban a prensa y servicios por cable. Hoy abarcan desde entretenimiento digital hasta educación o salud”, señala Lautaro Musiani, analista de la consultora Americas Market Intelligence y coautor del informe El futuro de la economía de las suscripciones en América Latina, publicado por PCMI.

¿Sostenibilidad garantizada? Depende del uso

Ahora bien, ¿es sostenible este modelo por definición? Musiani lo pone en duda. “La suscripción puede fomentar un consumo más eficiente, pero no siempre implica una menor huella ambiental”, aclara. El impacto positivo es evidente en iniciativas como la estadounidense Misfits Market, que distribuye frutas y verduras imperfectas por suscripción, evitando el desperdicio alimentario. Pero no sucede lo mismo con servicios de suscripción para comida rápida o productos de consumo masivo, que pueden tener efectos contraproducentes en términos de sostenibilidad.

Donde sí ve un claro potencial es en la suscripción de dispositivos electrónicos. Esta modalidad permite a las empresas renovar su tecnología sin necesidad de adquirirla, devolviendo los equipos al fabricante al final de su vida útil para su correcta reutilización o reciclaje. Un aspecto especialmente relevante en América Latina, donde el reciclaje de residuos electrónicos sigue siendo una asignatura pendiente.

La economía de la suscripción no es una panacea, pero sí una herramienta útil dentro de un modelo de producción y consumo más justo y sostenible. Como recuerda el informe de BBVA, su valor ecológico dependerá de cómo se integre en sistemas colaborativos, basados en el uso eficiente de los recursos, la reutilización y el mínimo impacto ambiental. En definitiva, se trata de pasar del consumo por posesión al acceso con conciencia.

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