Europa consume más de lo que su territorio puede sostener. Esa es una de las principales conclusiones del nuevo informe publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés), titulado ‘Opportunities for innovation in the bioeconomy’. Según el análisis, los 32 países miembros de la EEA —incluyendo todos los de la Unión Europea— generan apenas la mitad de la biocapacidad necesaria para sostener su nivel actual de consumo.
Esta brecha obliga a importar grandes volúmenes de productos de sectores como la construcción, los servicios de alimentación y alojamiento, el transporte, el comercio y la producción de alimentos. Estas actividades concentran cerca del 30 % de las presiones ambientales y climáticas del conjunto de los países analizados, según detalla la agencia.
El sector de la construcción destaca como uno de los más problemáticos, debido a su elevada huella de carbono y forestal. El informe señala que esta industria depende de largas cadenas de suministro con impactos significativos fuera de las fronteras europeas, sobre todo cuando se aplica una mirada basada en huellas ecológicas y no sólo en emisiones locales.
Frente a esta realidad, la EEA subraya la urgencia de avanzar hacia una bioeconomía más circular y basada en recursos locales. Esto implica potenciar la reutilización de biomasa y otros materiales procedentes de residuos, con el fin de sustituir materiales de origen fósil por alternativas más sostenibles. Un ejemplo concreto es el aprovechamiento de subproductos agrícolas como cascarillas, rastrojos o residuos alimentarios procesados, que pueden convertirse en materias primas útiles en diversos sectores industriales.
No obstante, el camino hacia una bioeconomía verde no está exento de desafíos. El informe advierte que es imprescindible establecer salvaguardas claras para asegurar que la transición no genere nuevos problemas, como el aumento de la deforestación o la pérdida de biodiversidad. También resalta la necesidad de gobernar adecuadamente los posibles conflictos entre objetivos ambientales, uso del suelo y equidad social.
Para lograrlo, la EEA hace un llamado a reforzar la base de evidencia científica, mediante análisis de impacto rigurosos y la participación activa de múltiples actores. Solo así, apunta el informe, se podrán tomar decisiones bien fundamentadas que alineen la innovación bioeconómica con los objetivos del Pacto Verde Europeo y los compromisos climáticos y de biodiversidad de la Unión Europea.