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Mientras más de 730 millones de personas pasan hambre en el mundo, Acción contra el Hambre lanza una advertencia clara: alimentar al planeta no es solo una cuestión moral, sino una estrategia clave para el desarrollo sostenible. La ONG exige voluntad política y financiación estable para erradicar una crisis que tiene solución.
Invertir en nutrición, una apuesta por los derechos humanos y la justicia social

En un mundo que produce alimentos suficientes para toda su población, el hambre persiste como uno de los dramas más vergonzosos de nuestro tiempo. Según denuncia la organización humanitaria Acción contra el Hambre, más de 733 millones de personas viven hoy en situación de inseguridad alimentaria, una cifra alarmante que, lejos de disminuir, refleja las desigualdades estructurales del sistema global.

Invertir en nutrición salva vidas y mejora el futuro

El reciente informe del Banco Mundial sobre la inversión en nutrición ofrece una clave reveladora: cada dólar invertido en combatir la desnutrición genera un retorno de 23 dólares, gracias a sus impactos positivos en salud, educación y productividad. Para Acción contra el Hambre, esta cifra no deja lugar a dudas: erradicar el hambre no solo es urgente, sino rentable y transformador.

“Acabar con el hambre es una decisión política. Invertir en seguridad alimentaria es una decisión estratégica que garantiza derechos fundamentales, cohesión social y estabilidad global”, subraya Manuel Sánchez-Montero, director general de la organización. Y añade: “Sin poner fin a la desnutrición, no será posible alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

El hambre como síntoma de la desigualdad

Aunque los alimentos no escasean, el acceso sí lo hace. La ONG recuerda que el hambre es el resultado directo de la desigualdad: falta de acceso a recursos básicos como agua potable o atención sanitaria, ausencia de políticas públicas efectivas y sistemas alimentarios frágiles e injustos. A ello se suman los conflictos armados, los fenómenos climáticos extremos y la inestabilidad política, que agravan la situación en los territorios más vulnerables.

 

La desnutrición infantil sigue siendo una tragedia evitable que impide a millones de niños y niñas desarrollar su potencial físico y cognitivo. Esta situación perpetúa el círculo vicioso de la pobreza y la exclusión, afectando especialmente a las mujeres y a las comunidades rurales y empobrecidas.

Propuestas concretas para una solución estructural

Acción contra el Hambre plantea una hoja de ruta con cinco ejes para abordar esta emergencia:

  1. Asegurar financiación sostenible para prevenir y tratar la desnutrición.
  2. Cumplir con los compromisos de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) e impulsar mecanismos innovadores como los canjes de deuda por inversión en nutrición.
  3. Proteger la acción humanitaria en contextos de conflicto o crisis climática.
  4. Fomentar sistemas alimentarios sostenibles y resilientes, con enfoque de género y adaptación local.
  5. Incluir a la sociedad civil en la toma de decisiones sobre financiación global para garantizar transparencia y efectividad.

De cara a la próxima cumbre internacional sobre financiación para el desarrollo, Acción contra el Hambre anima al Gobierno español a liderar con decisión el compromiso contra el hambre. En palabras de la organización, el momento de actuar es ahora, colocando la seguridad alimentaria en el centro de las políticas globales y de derechos humanos. Porque el hambre, como recuerdan desde la entidad, no es una fatalidad: es una injusticia que puede y debe terminar.

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